Cómo el bloqueo continental de Napoleón provocó la caída de su imperio
Al prohibir, en 1806, la entrada de mercancías procedentes de Reino Unido en los territorios que controlaba, el emperador francés pretendía liquidar el comercio inglés. En realidad, puso en marcha el mecanismo que llevaría a su propio declive
El 21 de noviembre de 1806, Napoleón I está en la cima de su poder. El emperador acaba de derrotar al Ejército prusiano, uno de los más temibles de Europa, en la batalla de Jena. Sus tropas ocupan Berlín y él mismo acampa en el palacio de los Hohenzollern.
Su poder se extiende desde la punta sur de Italia hasta el Báltico. Unos territorios están integrados en su imperio, como Italia del Norte, Renania, Bélgica, Países Bajos, otros son aliados —en realidad, dominados— como Austria y España, Nápoles y Roma.
El emperador firma un decreto cuyo artículo 1º declara: “Las islas británicas están bajo bloqueo”, imaginando que con ello pondría a Inglaterra de rodillas. De hecho, lo que hace es poner en marcha el mecanismo que llevará a la caída de su imperio.
Es Francia la que, en realidad, sufre un bloqueo desde el comienzo de las guerras de la Revolución. La Armada británica, muy superior a su homóloga francesa, intercepta los navíos en cuanto salen al canal de la Mancha. Y, desde el desastre de Trafalgar, en 1805, controla el acceso a todos los puertos, desde Brest a Hamburgo, Nantes y Burdeos. La...