¿Pueden la economía solidaria y los feminismos (re)imaginar futuros posibles frente al capitalismo digital?
La digitalización no sólo ha transformado las modalidades laborales cotidianas, sino que también ha reestructurado las relaciones de producción y reproducción social a nivel mundial. En particular, dicha transformación ha exacerbado las desigualdades sociales, de género y raza, afectando las condiciones económicas y laborales de distintos sectores de la población.
Las narrativas del tecnoptimismo o solucionismo tecnológico se hacen sentir con fuerza en los foros económicos globales y en los espacios multilaterales de debate sobre el comercio electrónico. Pero estos actores no solo juegan en el escenario de las dinámicas comerciales, eludiendo normativas antimonopolio y regulaciones tributarias nacionales. Los CEOs de los gigantes tecnológicos también juegan en la arena política y pueden fabricar autos que funcionan a base de minerales ligeros, mientras apoyan y se benefician de líderes de la ultraderecha que atacan las bases de la democracia y profundizan dinámicas extractivistas, como las generadas en el triángulo del litio (1) en Sudamérica.
Pero ¿a qué llamamos capitalismo digital? ¿Qué tiene de nuevo?...