La gran mayoría de quienes se expresan sobre la inteligencia artificial (IA), incluso los más entusiastas acerca de sus beneficios, apelan a la necesidad de un marco legal que contenga sus múltiples riesgos. Empiezan, sin embargo, a emerger dudas acerca de que sea posible consensuar y poner en práctica a tiempo una regulación efectiva de la IA. El precedente de las redes sociales no invita precisamente al optimismo.
Sucede que tanto la IA como las redes sociales permiten el acceso distribuido y con barreras de entrada bajas a nuevos desarrollos. Es cierto que la...