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Los límites de la gobernanza ante el reto de rediseñar la economía global

La hiperglobalización ha muerto, sin que sepamos aún qué vendrá a sustituirla. Sin embargo, pese al pesimismo imperante, no hay que descartar que de sus cenizas pueda emerger una globalización mejor* 

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Fotografía
Getty images

Un orden económico mundial estable y próspero requiere que logremos un mayor equilibrio entre las prerrogativas del Estado-nación y las exigencias de una economía abierta. Este es el reajuste que puede hacer posible una prosperidad inclusiva en el plano local, acompañada de paz y seguridad a nivel internacional. 

Para lograr este objetivo hay, no obstante, dos prerrequisitos fundamentales. 

En primer lugar, dado que una economía mundial sana se basa necesariamente en economías nacionales sanas, los responsables políticos deben priorizar la reparación de los daños causados a sus economías y sociedades por la hiperglobalización y otras políticas fundamentalistas del mercado. Esto implica volver al espíritu de los primeros años de la posguerra, cuando la economía mundial estaba al servicio de los objetivos económicos y sociales nacionales –pleno empleo, prosperidad e igualdad–, y no al revés. 

Con la hiperglobalización, los responsables políticos habían invertido esta lógica y la economía mundial se convirtió en el objetivo, y la sociedad nacional en el medio, dándole la vuelta al compromiso del...

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