La depreciación del euro y sus efectos
La variación del tipo de cambio tiene impacto sobre la economía de un país o de una zona. Un euro débil tiene ventajas, pero también inconvenientes
Cuando el tipo de cambio del euro se deprecia —cuando, por ejemplo, con un dólar se pueden obtener más euros—, el precio de los productos europeos baja para los extranjeros. Esto favorece las exportaciones y, por tanto, el crecimiento de la zona. Generalmente, nuestro razonamiento no va más allá. Pero no hay que sobrevalorar los beneficios de una depreciación del tipo de interés de una moneda ni olvidar sus efectos perversos.
La curva en J
Cuando el euro se deprecia, los productos exportados cuestan menos y, automática e inmediatamente, los productos importados son más caros (se necesitan más euros para adquirir la misma cantidad). Debido a este efecto precio, la balanza exterior* se degrada a muy corto plazo: el valor de las exportaciones disminuye con la bajada de los precios, mientras aumenta el de las importaciones.
A medio plazo es diferente. La depreciación provoca un efecto volumen, pues influye en las cantidades importadas y exportadas. En la medida en que los bienes producidos en la zona euro son más baratos, las empresas de la zona exportan más. A la inversa, como los bienes extranjeros que compran los consumidores son más caros, los hogares pierden en poder adquisitivo y , si es posible, sustituyen los bienes extranjeros por bienes domésticos. Además, las empresas, en la medida en que utilizan bienes extranjeros como bienes de equipo o bienes intermedios*, sufren un aumento de los costes, lo que las lleva a comprar menos. Más exportaciones y menos importaciones: si la depreciación de la moneda había tenido inicialmente tendencia a degradar la balanza exterior, esta mejora en una segunda etapa. Es lo que los economistas denominan curva en J.
Pero, aunque el efecto volumen va más allá de compensar el efecto precio, no hay que esperar que sea especialmente amplio. Pues el destino de las exportaciones de la zona euro es fundamentalmente la propia zona euro, por lo que no les afecta el tipo de cambio. Asimismo, los productos extranjeros no son totalmente sustituibles por los de la zona euro. Algunas importaciones no se pueden reducir a medio plazo, especialmente las de materias primas.
También hay que tener en cuenta el comportamiento de las empresas ante el margen. Los distribuidores que comercializan los bienes importados pueden recortar sus márgenes para contener el aumento de los precios, lo que lleva a una menor reducción de las importaciones. Simétricamente, los exportadores pueden aprovechar para aumentar sus márgenes aumentando sus precios, lo que lleva a un menor aumento de las exportaciones. O, cuando la inflación importada hincha los costes de producción de las empresas importadoras, estas se ven tentadas a aumentar sus precios para mantener sus beneficios, lo que provoca una nueva aceleración de la inflación. Estos efectos inducidos anulan en parte los aumentos de competitividad que las empresas exportadoras habían obtenido de la depreciación. Al final, el efecto de una depreciación debe medirse caso por caso.
Ganadores y perdedores
Una depreciación no afecta del mismo modo a todos los residentes de un país. Fundamentalmente, quien gana es el sector industrial (por ejemplo, el del lujo y el aeronáutico): exporta más y se beneficia del hecho de que los residentes orientan sus compras hacia los bienes domésticos. La empresa aeronáutica EADS indica así que una disminución del euro de 10 céntimos respecto al dólar le proporciona 1.000 millones de euros más. A la inversa, la depreciación penaliza los sectores no exportadores, como es el caso de numerosos servicios y del sector de vivienda y obras públicas, que ven cómo aumentan sus costes de producción. En el caso de los hogares, la inflación los lleva a consumir menos.
En lo que respecta a la zona euro, los efectos de una depreciación varían en función de cada país miembro. Dada la diferencia de sus tejidos productivos, no exportan ni importan los mismos productos. Además, el comercio con el exterior de la zona no tiene la misma importancia en cada país. Si bien el tipo de cambio influye sobre la competitividad-precio, las importaciones y exportaciones solo dependen de esta última. Por ejemplo, las exportaciones alemanas son menos sensibles a las variaciones de tipo de cambio del euro que las francesas porque los productos alemanes se compran sobre todo por su calidad. Finalmente, como una depreciación alimenta la inflación, el Banco Central puede verse tentado a aumentar sus tipos de interés antes de lo previsto, lo que pesa sobre el crecimiento.
Un empujón al crecimiento
¿Cuál es el efecto final? En el caso de la economía francesa, el CAE, Consejo de Análisis Económico francés, considera que una depreciación del euro del 10% frente a otras divisas aumenta el valor de las importaciones de fuera de la zona euro en un 3,5% y el de las exportaciones, entre un 7% y un 8%. Aunque el crecimiento de las exportaciones estimula la actividad, la inflación importada tiende, por el contrario, a frenarla, pero el efecto neto es positivo: al cabo de un año, una depreciación del euro de un 10% respecto a las otras divisas aumenta el producto interior bruto francés en un 6%, según el CAE (0,2%, según el Observatorio Francés de las Coyunturas Económicas [OFCE]). Es una estimación difícil de hacer, pues las variaciones de los tipos de interés activan muchos mecanismos.
Léxico
Balanza exterior: diferencia entre el montante de los bienes y servicios exportados y el de los bienes y servicios importados. Si el balance es positivo, es decir, si la economía exporta más que lo que importa, se habla de un “excedente exterior” y si es negativo, se habla de un “déficit exterior”.
Bien intermedio: bien que es transformado o que desaparece a lo largo de la producción de otro bien o servicio. Por ejemplo, los componentes, los ingredientes y la energía.