La crisis inmobiliaria marca el fin de un modelo económico
El crecimiento del gigante asiático se ralentiza, lastrado por el freno de sus dos motores: las exportaciones y la inversión. Para recuperar el pulso a largo plazo, el país deberá reformarse
China apuesta por la tecnología para convertirse en una potencia mundial, pero también necesita diversificarse para salvar su modelo económico. Porque el crecimiento se agota. El país, que nos tenía habituados a un crecimiento medio del 8% anual desde comienzos del siglo, se encamina hoy hacia unos niveles menores, del orden del 3,5% en 2028, según estimaciones del FMI.
Es cierto que, tras dos décadas de fuerte crecimiento ininterrumpido, era esperable una ralentización. Y, en cualquier caso, aunque China va a desarrollarse a un ritmo menor, seguirá creciendo. Lo que se plantea es la naturaleza de ese crecimiento, de la que derivará su solidez a largo plazo. Todo dependerá de la capacidad de Pekín de salir de un modelo económico basado en dos motores que se están atascando progresivamente.
El motor de las exportaciones es, tras 15 años, el primero que se ha calado. Estas siguen aumentando, pero su porcentaje del producto interior bruto (PIB) y, por tanto su contribución al crecimiento, se ralentiza. “Hoy solo representan el 20% del PIB chino, frente al 40% en 2006”, constata Mylène Gaulard, economista de la...