"Hay que poner el modelo energético en manos de la gente”
Entrevista al fundador y director de Ecooo
Ecooo es un modelo de éxito en el ámbito de la economía social y solidaria. Desde su moderna sede en el corazón del barrio de Lavapiés, la cooperativa madrileña promueve la instalación colectiva de placas solares en comunidades de vecinos y edificios civiles y rescata plantas fotovoltaicas antiguas gracias a los ahorros de pequeños inversores. Con 18 años de vida, la empresa cuenta con 32 trabajadores y facturó 7,5 millones de euros en 2022. Su fundador y director, Mario Sánchez-Herrero, es un defensor entusiasta de un modelo energético sostenible y democrático. Aboga por el autoconsumo para contrarrestar el poder de las grandes empresas eléctricas y advierte de que la instalación de grandes campos fotovoltaicos y eólicos está generando una burbuja energética que, tarde o temprano, explotará.
“Únete a la revolución solar” y “Pongamos la energía en manos de las personas” son los lemas de Ecooo. ¿Qué significan?
Creemos que es necesario darle la vuelta al modelo energético en clave ciudadana, siguiendo la idea de que el pueblo se rebela y toma la Bastilla. Si la ciudadanía no se moviliza y no protagoniza la transición energética, lo que va a acabar sucediendo —y en buena medida, está suciediendo ya— es que las corporaciones que han tenido cautivo el modelo energético de este país sustituirán —cuando les venga bien, no cuando el planeta lo necesite— las tecnologías fósiles por las tecnologías renovables, y eso significa grandes huertos solares y grandes parques eólicos, cuando, desde nuestro punto de vista, deberíamos poner el modelo energético en manos de la gente con un modelo mucho más distribuido.
¿Y eso cómo se consigue?
La actividad de Ecooo es fotovoltaica, con dos líneas fundamentales de trabajo. La primera es la inversión en plantas que tienen derecho a primas, construidas antes de 2014. Tenemos 150 instalaciones con ese régimen en las que unas 3.500 personas han invertido 35 millones de euros. La gente puede invertir desde 100 euros, y todo el mundo obtiene la misma rentabilidad, en torno al 4% después de impuestos, tanto si inviertes 100 euros como si inviertes 100.000. La otra pata, que empezó a tener sentido de 2016 en adelante, es el autoconsumo. Primero con una legislació hostil y, ahora, con una normativa más razonable.
La subida de los precios de la electricidad ha desatado una fiebre de instalación de placas solares. ¿Qué consecuencias puede tener este boom?
Tememos que pueda suceder en el ámbito de las renovables algo parecido a lo que sucedió con el ladrillo en la primera década del siglo. De acuerdo con nuestros números, los objetivos de desarrollo de energía fotovoltaica del Plan Nacional de Energía y Clima se pueden alcanzar holgadamente solo con autoconsumo en sus tres modalidades: individual, colectivo y de proximidad.
¿En qué consiste la soberanía energética que preconiza Ecooo?
Las tres patas son renovables, eficiencia y ciudadanía. No tiene sentido que la energía sea un negocio. Vamos hacia un modelo electrificado en el que la electricidad va a desplazar otros a usos energéticos. En la electricidad existen monopolios naturales en el transporte y la distribución. El transporte es competencia de Red Eléctrica de España, y la distribución corre a cargo de grandes compañías que no tiene sentido que se hayan privatizado o que no tengan un control mucho más estricto por parte de la sociedad. En la generación sí hay cierta competencia y queremos que, en lugar de estar en manos de grandes corporaciones y fondos de inversión, esté en manos de la gente. Y en el cuarto tramo por el que pasa la electricidad, la comercialización, apostamos por comercializadoras cooperativas y sin ánimo de lucro.
La guerra de Ucrania ha puesto al descubierto las deficiencias de nuestro modelo energético. ¿Cuáles de estas deficiencias es más urgente corregir?
La guerra ha puesto menos en cuestión el modelo español que el de otros países, singularmente el de Alemania. España tiene una magnífica oportunidad de convertirse en exportador neto de energía, cuando secularmente hemos sido importadores netos por carecer de combustibles fósiles. Tenemos una gran fragilidad en nuestro modelo, que es no tener interconexiones con el continente de magnitud suficiente, con lo cual no podemos convertirnos en exportadores masivos de energía barata procedente de renovables. Si tuviéramos eso resuelto, podríamos aprovechar unas circunstancias sobrevenidas que nos han venido bien, como el sobreprecio de los combustibles fósiles, para acelerar la transición energética. Como tenemos recursos abundantes de viento y de sol, podríamos revitalizar la economía española en clave de sostenibilidad aprovechando las energías renovables.
¿Qué echas de menos en la política energética del Gobierno?
Debemos mucho a este Gobierno de coalición, porque ahora contamos con un marco legal con el que no hubiéramos soñado hace unos años y que ha eliminado muchas de las barreras que impedían el despliegue del modelo que defendemos. Pero echamos de menos algunas cosas. La principal es que no tiene sentido que no se hayan traspuesto ya las directivas de las comunidades energéticas locales, una herramienta insuperable para favorecer que la gente sea propietaria y controle su propia energía. La segunda demanda es que recuperen íntegramente la normativa de protección ambiental y supervisión social de los grandes parques eólicos y fotovoltaicos. Tenemos que evitar que haya un ladrillo energético, que pase algo parecido a lo que pasó con la vivienda en la primera década del siglo. Se están proyectando megavatios y gigavatios por toda España, lo que genera conflictos sociales sobre el terreno, cuando no hay capacidad para absorber toda esa energía. Todo apunta a que los bancos se acabarán quedando con las plantas fotovoltaicas y con algunas eólicas y que pasará lo mismo que en aquellos años, cuando veíamos tantos esqueletos de edificios a medio construir y grúas oxidándose a su alrededor.
¿Estamos hablando de una burbuja energética?
Es una burbuja de libro.
¿Se habla mucho del poder que tienen en España las grandes empresas eléctricas? ¿Es así realmente?
Indiscutiblemente, y es un poder que hay que denunciar. Lo que le pediría al Gobierno es que, si realmente se toma en serio lo de estar en manos de la gente, es que las distribuidoras no tuvieran poder de decisión para permitir o bloquear proyectos de generación. Esas empresas tienen un enorme interés en que no se generalice el autoconsumo, porque quieren vender la electricidad de sus plantas inmensas en medio del campo. Esas empresas son las que deciden si se tarda un día o un año en aprobarse un proyecto de autoconsumo colectivo. Están consiguiendo, gracias a una estrategia consciente, que el autoconsumo, en lugar de ser una historia de éxito, sea mucho más complicado de lo que debería ser.
¿Cómo puede el ciudadano o la ciudadana de a pie contribuir a combatir la crisis climática?
Hay muchas cosas que se pueden hacer. Si hacemos pequeñas inversiones en nuestro hogar o pequeños cambios en nuestros hábitos, podemos reducir significativamente la energía que necesitamos para tener una vida digna y feliz. Pero lo que tenemos más al alcance de la mano es hacer autoconsumo. Si avanzamos rápidamente en autoconsumo, muchos de esos grandes proyectos que amenazan la España vaciada se van a caer, no por razones políticas o porque los tribunales los paren, sino porque no les van a salir los números. Los grandes parques compiten con la electricidad generada en tu vivienda, encima de tu polideportivo municipal o de tu empresa. Si esa electricidad satisface la demanda de energía en un determinado momento, la generada en el gran parque fotovoltaico no entra en el sistema y, por tanto, no tiene ingresos. Organizarnos como ciudadanía concienciada no es un gran sacrificio, pues tiene un retorno económico muy rápido. Simplemente es tomar conciencia, dar el paso y unirse a otra gente para poner en marcha proyectos de autoconsumo.
Ecooo participa en el proyecto La Pablo Renovable, en Rivas Vaciamadrid, que aspira a crear el mayor barrio solar de España. ¿En qué consiste?
Es un proyecto maravilloso. Es, precisamente, el siguiente paso que necesitamos dar: proyectos de autoconsumo colectivo. Lo que han hecho en la urbanización Pablo Iglesias, en Rivas, ha sido juntarse, para decir: Ya que estamos de acuerdo en que hay que poner paneles solares, ¿por qué no hacemos una compra colectiva no de instalaciones individuales, sino de instalaciones colectivas? De golpe, 50 edificios, un barrio entero, se van a llenar de paneles en un único proyecto que, además, tiene mucha pedagogía social y puede ser el germen de muchos otros proyectos colectivos en clave de comunidad energética local. Es un ejemplo de lo que está por venir. Toda España se tiene que llenar de paneles en las zonas que ya están urbanizadas.
Usted suele hablar de que tan imperativa como la transición energética es una transición en el modelo de empresa. ¿A qué se refiere?
Ecooo es una empresa de no lucro. Ya lo éramos en el pasado como sociedad limitada, y lo somos con más razón ahora como cooperativa de trabajo asociado. No lucro significa que no se reparten beneficios y que las diferencias salariales deben estar por debajo de la relación 2 a 1. No estamos en Ecooo para ganar dinero, nuestra motivación no es individual. Nos hemos dado cuenta de que queremos ser felices, y la mejor manera de ser felices es estar al servicio de los demás, querer cambiar las cosas que no nos gustan. Y pensamos que atrayendo talento de gente con esos valores podemos llegar a ser más competitivos y desplazar a empresas tradicionales con ánimo de lucro.
¿En qué momento se encuentra la economía social y solidaria en Madrid?
Vivimos un reflujo de inactivismo. Ecooo es socio fundador del Mercado Social de Madrid, que es la herramienta con la que se despliega la economía solidaria en la comunidad. En los primeros años era un espacio muy fértil en el que había mucha
gente trabajando por construir otra economía. Creo —y lo que voy a decir no le va a gustar a mucha gente— que el 15-M y el Gobierno de Manuela Carmena en la ciudad no nos hizo bien. Nos desactivó. Había muchos proyectos en marcha desde el mundo de la empresa que quedaron aparcados porque se confiaba en que la política nos iba a permitir ir mucho más deprisa. Eso no solo no sucedió, sino que generó un enorme desgaste entre las personas más activas, con más talento, que se tradujo en que cuando se pasaron los años de efervescencia política la gente se quedó sin fuerzas. Algunas han buscado acomodo en ONG o en proyectos en los que estás más pendiente de cuidarte tú, de estar bien, que de transformar.
¿Cómo se puede atraer a más personas hacia formas alternativas de hacer economía?
Ni nos rendimos ni nos vamos a rendir, pero partiendo de una idea inicial: que la economía solidaria es capaz de hacer las cosas mejor que la economía convencional y a un precio competitivo. No queremos que nos apoyen, ni queremos ayudas, sino ser fieles a nuestros valores, hacer crecer de manera sistemática algo que ahora es muy artesanal y alcanzar la escala suficiente para tener impacto. Necesitamos, simplemente, atraer hacia iniciativas como la nuestra a esa juventud comprometida contra la injusticia en todas sus formas y que está preocupada por la deriva medioambiental del mundo. En Ecooo no deja de entrar gente con mucho talento que no está pendiente de cuánto va a ganar o de cuántas vacaciones va a tener, sino que quiere meterse en un proyecto con mucha ambición de transformar, no solamente en el ámbito energético, sino también en el ámbito económico y empresarial. Aquí hay ingenieros e ingenieras que podrían estar ganando mucho más ahí fuera y, sin embargo, están aquí porque, aunque ganen menos, están mucho mejor.
Ecooo es la impulsora de la Escuela de Activismo Económico, que cuenta con el patrocinio de Alternativas Económicas. ¿Qué tal está funcionando?
Es de las mayores alegrías que nos estamos llevando. La escuela surge de mi experiencia en la universidad y del sentido de orfandad y de falta de expectativas de la juventud estudiante. Muchos alumnos vienen a verme pera ver qué pueden hacer con su vida. Normalmente traen la lista de los másteres que podrían cursar, lo que significa alargar uno o dos años más la salida hacia la vida profesional, y yo les hablo de la posibilidad de hacer un master práctico y de ayudar a desarrollar la economía solidaria. La escuela les permite acumular experiencia, enriquecer su currículum y estar en la casilla de salida para los puestos de trabajo que surjan en la economía solidaria, porque las entidades colaboradoras van a seleccionar a alguien con sensibilidad y que haya hecho activismo en ellas. Los estudiantes no están solo opinando sobre las cosas, exigiendo a los gobiernos y manifestándose, sino que están empujando desde las trincheras para desplazar las formas depredadoras de hacer economía, reemplazándolas por formas verdaderamente sostenibles y respetuosas.
¿Quién es?
Mario Sánchez-Herrero (Madrid, 1967) es un agitador de la economía social y solidaria en Madrid. Licenciado en Ciencias Empresariales por la Complutense, enseña economía en la Facultad de Ciencias Políticas de la misma universidad y sigue dedicándose a asesorar empresas, algo que ya hacía antes de fundar Ecooo.
Dice que le apasiona “comprender el mundo y actuar sobre él” y se define a sí mismo como "un friki" de la lectura y de la escritura. También le gusta nadar y los fines de semana visita a sus padres y pasea con Ceci, su mujer.