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“Sin la gente que lucha el mundo no avanzaría”

Actor, guionista, dramaturgo y ahora también director: la opera prima de Juan Diego Botto como director de cine, En los márgenes, aborda sin concesiones el drama de los desahucios y de las dificultades de acceso a la vivienda en este país.

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Enero 2023 / 109

Fotografía
Andrea Bosch

Actor, guionista, dramaturgo y ahora también director: la opera prima de Juan Diego Botto como director de cine, En los márgenes, aborda sin concesiones el drama de los desahucios y de las dificultades de acceso a la vivienda en este país.
 
¿Por qué elegiste los desahucios para tu primera película como director?
Un día, a la salida de Un trozo invisible de este mundo (la obra que representó entre 2012 y 2015), Penélope Cruz me dijo que escribiera algo para hacer juntos. Me propuso una historia de celos y cuando me puse me salió una secuencia sobre una pareja que discute por celos, pero para tapar el drama real, que es que están a punto de ser desahuciados. Y me di cuenta de que lo de los celos no me interesaba, pero los desahucios, sí. 
 
Y te pusiste a investigar...
Justo acababa de leer una entrevista de Olga Rodríguez a unas educadoras sociales que me impactó mucho. El titular era algo así como: “Todos los días nos llega gente que nos dice que si no se suicida es por sus hijos”. Estábamos en plena crisis, en 2013, se lo comenté a Olga y ahí empezamos un proceso de ver, de ir a conocer gente que vivía en una situación de desahucio, de hablar con educadores y trabajadores sociales, con abogados…
 
¿Las historias de la película son, pues, reales?
Todo es real, aunque los personajes como tal no existen, sino que tienen características de varios casos que conocimos en este proceso. Nos fuimos sintiendo implicados con las historias y dramas que exponían las familias en muchas asambleas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca a las que asistimos. De este proceso salió el guion, que escribí con Olga, que lideró esta parte previa, y muchas de las familias salen incluso en la película, en la secuencia de la asamblea.
 
 
¿Qué aprendiste de estas reuniones?
Muchísimas cosas. Vimos que la precariedad en nuestro país está atravesada por el problema de la vivienda, que es transversal. Cuando hay un problema de desahucios, suele haber muchos otros: pobreza energética, salud mental, con un nivel de angustia brutal... La fortaleza de los activistas es impresionante y muy necesaria para todos: sin la gente que lucha el mundo no avanzaría. Y me sorprendió la cantidad de mujeres implicadas en las asambleas y en la PAH.
 
¿Hay diferencias entre hombres y mujeres?
Muchas. La reacción ante el proceso de la pérdida de empleo que acaba conduciendo al desahucio suele ser distinta.
 
¿En qué sentido?
Al no poder cumplir la expectativa de ser el sostén familiar, el hombre iniciaba un proceso de destrucción de la autoestima y se hundía: no se atrevía a pelear en la oficina bancaria ni a compartir sus angustias en las asambleas. En cambio, las mujeres, cuando veían que se podían quedar en la calle con los hijos, estaban dispuestas a todo. Esta diferencia aumentaba aún más el sentimiento de vergüenza de muchos hombres, que a veces derivaba en violencia de género. Obviamente, hay excepciones, pero este patrón es común: ante la adversidad, ella se empodera y él se hunde y se victimiza.
 
No es una película sobre el pasado porque los desahucios siguen. ¿Qué ha cambiado desde que empezasteis?
El trabajo de los activistas y de los abogados ha logrado mejoras, gracias, en buena medida, a que se recurrió a Europa y se dijo que esto no podía ser. Se retocaron las leyes para que hubiera más protección, pero el problema de fondo no se ha resuelto. Ahora los desahucios se dan más en alquileres, pero sigue siendo brutal.

“La obra sobre Lorca ha aflorado una comunidad que conecta con la memoria republicana y está muy preocupada por el auge ultraderechista”

 
¿Qué debería hacerse?
Uno de los problemas principales es que el parque público de alquiler es inexistente: ¡apenas el 1,6%! La comparación con otros países es sangrante: el 16% en Francia, el 18% en Reino Unido, el 35% en Holanda... Ello tiene un impacto en qué sucede tras un desahucio: no hay dónde mandarte y te quedas en la calle, con lo que, además, si tienes hijos te los quitan. De ahí que las familias, con el apoyo de los activistas, busquen casas grandes desocupadas de fondos o bancos, que hay muchísimas: no se pueden permitir estar en la calle con los niños.
 
En algunos medios estas ocupaciones aparecen mezcladas con casos de bandas de delincuentes.
Es una mezcla interesada, pero no tienen nada que ver. En estos casos se trata de allanamiento de morada, pero lo muestran como si fuera una ocupación. Entrar en la casa de alguien que vive ahí o que es su segunda residencia es allanamiento de morada y la ley facilita mucho que te puedan echar. Otra cosa es si ya lo tenías de inquilino, que tiene sus derechos. Y nada que ver con lo que hacen las familias desahuciadas, que ocupan viviendas vacías de grandes tenedores con el objetivo de negociar un alquiler social. Pero todo suele aparecer mezclado para crear alarma y afrontar un problema social como si fuera una cuestión de orden público.
 
Como si esto fuera posible…
En tal caso implicaría movilizar a miles de policías para impedir el paso a los desahuciados y la sociedad debería aceptar que todas las calles de las grandes ciudades estarían repletas de familias con niños en la calle. ¡Es una barbaridad!
 
Tardaste ocho años en hacer esta película. ¿Por qué tanto tiempo?
Fue un cúmulo de factores… Primero, toda la fase inicial, con las entrevistas y las asambleas. Luego, todos teníamos otros trabajos y esto se iba haciendo cuando podíamos. Y cuando ya tuvimos una versión decente de guion empezamos el largo proceso de buscar financiación, que no fue fácil…
 
Y eso que erais muy conocidos: tú mismo, Penélope Cruz, Luis Tosar… ¿A qué se debieron tantas dificultades?
En España nunca es fácil financiar una película. Necesitas contar con una televisión o una plataforma. Sin ello, ni siquiera es factible acceder a financiación pública. Así que el filtro real de lo que se produce son las televisiones y las plataformas.
 
Este filtro no tiene necesariamente que ver con la calidad.
Tiene más que ver con lo que puede ser rentable. Que no moleste, que no genere líos… Este tipo de cosas.
 
Suena a una forma de censura, más sofisticada que la explícita.
Y que, obviamente, no es nueva. Hay una frase de Lorca, que digo en la obra de teatro, en la que considera lamentable que un señor, por el mero hecho de disponer de unos cuantos millones se erija en censor de obras y definidor de qué teatro se hace. Puede extrapolarse a todo lo demás: es lamentable que decida solo quien tenga el poder económico o mediático. 
 
¿Y cómo superasteis este escollo?
Tuvimos muchas reuniones, que iban bien hasta que se veía que el tema central eran los desahucios. Hasta que Penélope decidió implicarse también como productora, involucró a Morena Films y, finalmente, logramos incorporar a TVE, que cumplió con el papel que se espera de una televisión pública. TVE fue clave para desatascar el proyecto.
 
¿En los márgenes ha sido rentable económicamente?
¡Pues sí! Hemos logrado que la película interese a los más comprometidos y a los implicados, que se la han hecho suya y esto es algo que me emociona especialmente, pero también a mucha más gente. La recaudación supera ya los costes, la película se ha vendido a más de 15 países en Europa, a Latinoamérica, al mercado asiático, a Netflix… 
 
Y, en cambio, sectores de la derecha propagan el cliché de que la gente del cine vivís de las subvenciones.
Las subvenciones deben existir, como en cualquier otro sector industrial: no puede quedar todo supeditado al mercado y al filtro de lo que interese a unos pocos poderosos. Pero es asombroso la inquina de algunos sectores al cine español, que tiene un talento extraordinario y está en un momento espléndido, lo cual es potentísimo para la imagen de España. 
 
¿Por qué tanto patriota hace como si no fuera industria nacional?
Es alucinante: hay ayudas a la pesca, a la agricultura, a la ganadería, a las pymes, al automóvil... Diría que hasta a la banca, ¿no? La banca se ha convertido en el sector más subvencionado, con más de 70.000 millones de dinero público desde la última crisis. Pero no le llaman "parásito" a ningún banquero ni le dicen todo el día que se ponga a trabajar. Las únicas ayudas que parecen molestarles es las que van a la industria cultural.
 
¿A qué crees que se debe esta inquina?
Es una cuestión ideológica. Dicen que quieren a España y que son liberales: ¡deberían alegrarse del éxito de reconocimiento y, en ocasiones, también económico, del cine español! Pero me recuerdan a lo que pasó hace más de un siglo, cuando se postuló para el Premio Nobel de Literatura a Benito Pérez Galdós: la derecha española lanzó una campaña furibunda para impedirlo. ¡Decían que no se lo dieran porque no lo merecía!
 
Este es también uno de los temas de fondo en Una noche sin luna, en la que recreas la vida y el asesinato de Federico García Lorca.
Era el poeta y dramaturgo más importante de nuestro país en su momento… Y le tenían un odio acérrimo. Los paralelismos son sobrecogedores. Cuando montó La Barraca, durante la República, recibió una ayuda de 100.000 pesetas y se escribieron riadas de editoriales virulentos acusándole de vivir a costa del erario público. ¡El poeta más internacional de España y que, en un acto de generosidad, quiso llevar el teatro hasta los rincones más humildes del país! Las mismas palabras, los mismos insultos, la misma miopía y el mismo odio que vemos ahora. Por suerte ahora no se mata, pero sigue el odio a lo que consideran la anti-España.
 
El estigma es que, además, sois todos una panda de vividores.
Es alucinante. El cine, el teatro y la mayoría de ámbitos relacionados con la cultura son sectores extremadamente precarizados, con el 90% de desempleo. Y los que logran tener éxito son el motor de un sector que genera puestos de trabajo y riqueza y que, además, contribuye como pocos a la buena imagen de España en el mundo. No solo para ahora, sino también para los años y hasta décadas venideras. Los aportes culturales pueden durar siglos: ¡España sigue beneficiándose de El Quijote! 
 
¿Cuándo escribiste Una noche sin luna eras consciente de su actualidad?
Lo escribí precisamente ante el resurgir de la extrema derecha. Pero pensaba que iba a ser un fenómeno pasajero. No imaginaba que iba a crecer tanto ni que los paralelismos fueran tantos y tan calcados.
 
¿Temes que pueda acabar igual de mal?
Aún no estamos al borde del abismo. Una de las diferencias es Europa: siempre he pensado que no lo permitiría. Sin embargo, Meloni ha ganado en Italia, Le Pen puede ganar en Francia, etc. Es muy preocupante. Con este escenario sería imperdonable que la izquierda no se pusiera de acuerdo y que hubiera varias candidaturas a la izquierda del PSOE.
 
¿Esperabas el éxito tan espectacular de la obra y la conexión con el público?
Está siendo una experiencia impresionante. No me lo esperaba. Más bien tenía miedo porque la obra es poco convencional. Tiene una estructura rara, difícil.
 
¿A qué lo atribuyes, pues?
Quizá a una cierta sensación de comunidad. En este país, aunque haya gobernado la izquierda mucha gente tiene sensación de soledad, de estar aislada, sobre todo en asuntos de memoria histórica. Con la obra aflora la sensación de comunidad, de no estar solos, con todo lo que significó La República, la guerra y la brutal represión del franquismo… No es un tema resuelto.
 
¿La República y la guerra condicionan todavía la política contemporánea?
No solo la condicionan: ¡es un tema nuclear! Nos guste o no. Hay mucho que hacer todavía: en la educación, en la reparación a las víctimas… 
 
¿Qué piensas de la nueva ley de memoria?
Incluye avances, pero se queda corta. Falta pedagogía y es inadmisible que las exhumaciones sigan dejándose para las asociaciones en lugar de asumirlas el Estado: no puede ser que se convierta en una odisea para las familias, que tienen que lidiar con archivos que no se abren o alcaldes que se niegan a colaborar, lo que supone nuevas humillaciones. 
 
Escribes, actúas y ahora también diriges. ¿Te ha gustado dirigir?
Mucho. Es lo más cooperativo que he hecho nunca. Trabajas junto a profesionales de primera categoría al servicio de la historia imaginada, que se va construyendo con las aportaciones de todos.
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Juan Diego Botto

¿Quién es?

Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975) llegó con dos años a Madrid con su madre embarazada y su hermana, apenas un año mayor, huyendo de la salvaje dictadura de Videla, que había "desaparecido" a su padre. Hoy parece realmente un milagro, pero la madre, Cristina Rota, logró sacar adelante a la familia gracias al éxito de su escuela de teatro, que se convirtió en una de las principales canteras de actores y actrices de este país. Ahí se formaron el propio Juan Diego Botto y Penélope Cruz, quienes ahora han logrado sacar adelante En los márgenes, la película sobre el drama de los desahucios que ha supuesto su opera prima como director y de la que también es coguionista junto con la periodista Olga Rodríguez. Y todo ello mientras sigue la gira de Una noche sin luna, un éxito apabullante sobre Federico García Lorca que le ha valido el Premio Nacional de Teatro.