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Jubilarse como chinos

China lleva sorprendiéndonos muchos años y seguramente seguirá haciéndolo en el futuro. Deberíamos prestar más atención a su historia y cultura para comprender el alcance de su extraordinario progreso económico

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Una de las noticias más sorprendentes de estos días ha sido la resolución del parlamento chino de retrasar la edad de jubilación. Lo realmente llamativo de esta información es la edad a la que se jubilan los trabajadores chinos actualmente. Los hombres a los 60 años, las mujeres que trabajan en oficinas a los 55 y las trabajadoras obreras a los 50 años. La propuesta aprobada por el Comité Permanente del Parlamento Chino, que se implementará paulatinamente a lo largo de 15 años, establece que los hombres de jubilen a los 63 años, las empleadas en oficinas a los 58 años y las obreras a los 55 años.

La decisión ha sido adoptada tras registrar por segundo año consecutivo que China ha experimentado una disminución de la población, que actualmente es de 1.400 millones de habitantes. En cualquier caso, la edad de jubilación actual y la que resulte tras los aumentos anunciados son muy inferiores a la de los países con los que el gigante asiático compite ferozmente. En EE UU, al igual que en España, los trabajadores se jubilan a los 66,5 años, mientras que en Alemania y el Reino Unido lo hacen a los 66 y en Italia a los 67. Es significativa la diferencia de diez años entre hombres y mujeres y de cinco años entre trabajadoras de oficina y las que realizan trabajos manuales.

Si se considera la esperanza de vida, se observa el notable progreso registrado desde la revolución y la creación de la República Popular China, en 1949. Entonces la esperanza de vida no llegaba a los 44 años, mientras que actualmente es de 78,6 años, superior a la de EE UU, que es de 77,4 años, y muy por encima a la de la India que se sitúa en 67,7 años. La diferencia más notable es con Japón (84 años) y países europeos como España, 84; Italia, 83,,8 y Francia 83,1.

Es cierto que los chinos trabajan mucho más que sus competidores. El promedio de horas trabajadas anualmente es 2.392 horas, inferior a las trabajadas en la India (2.480) pero muy superior al de EE UU (1.892), España o Alemania (1.783 en ambos casos), según Glockify.

Lo relevante del modelo social chino, especialmente protector y respetuoso con los mayores, es su notable compatibilidad con los progresos en competitividad. La lista de países más competitivos realizada por la escuela de negocios IMD de 2024, que encabezan Singapur y Suiza, EE UU ocupa el número 12 y China el 14, después de haber avanzado siete puestos el año pasado. España e Italia ocupan los lugares 40 y 42, respectivamente.

China lleva sorprendiéndonos muchos años y seguramente seguirá haciéndolo en el futuro. Deberíamos prestar más atención a su historia y cultura para comprender el alcance de su extraordinario progreso económico. En el muy esclarecedor libro Observar el arroz crecer (Ariel), Julio Ceballos realiza un notable trabajo que facilita la comprensión de la compleja realidad china. El autor, sostiene que “los chinos no nos van a imponer sus sistema de gobierno, pero probablemente nos contagiemos de su visión del mundo: gente educada en el esfuerzo, entrenada en trabajar muy duro durante jornadas maratonianas, acostumbrada desde la infancia a una competición voraz para abrirse camino, elitista, meritocrática, ambiciosa y muy bien preparada”.

Ceballos sugiere que quizá el secreto de sus éxitos está en el esfuerzo y el estudio. Escribe que “ni siquiera con el esfuerzo, la disciplina y la educación espartanas, que se exige a los niños, apenas el 40% de los estudiantes que se somete al Gaokao —probablemente, el examen de acceso a la universidad más difícil del mundo— logra acceder a estudios universitarios. Los que consiguen becas son verdaderos plusmarquistas, la élite académica”. No es una filosofía ni un modo de vida improvisado. “Estudia mientras vivas”, era uno de los lemas más conocidos del padre de la República Popular China, Mao Zedong.