Te quedan 0 artículos gratuitos este mes.

Accede sin límites desde 55 €/año

Suscríbete  o  Inicia sesión

Prácticas de frugalidad digital

Comparte
Jóvenes móviles autobús

Fotografía
Getty images

La frugalidad, que el diccionario define como "templanza, parquedad en la comida y la bebida", es buena para la salud del cuerpo. La frugalidad digital, su equivalente en el uso y consumo de recursos digitales, es beneficiosa para la salud del espíritu. 

El universo de lo digital es inagotable y seductor. Una mirada alrededor durante un viaje en metro demuestra el poder de atracción de lo digital, su capacidad de capturar la atención de los muchos, a veces mayoría, que viajan absortos en su teléfono móvil. Todo lo que nos es dado acerca del mundo externo —también acerca de nosotros mismos— nos viene dado por la atención. Ceder el control de nuestra atención nos hace vulnerables. 

Las estadísticas detectan que aumentan los usos compulsivos de lo digital, sobre todo entre los más jóvenes. Pero los datos estadísticos tienen una utilidad limitada como guía para el comportamiento individual. Puede ser que nos sorprenda, por ejemplo, saber que un número apreciable de personas consulta su móvil más de un centenar de veces al día. Pero es posible que reaccionemos pensando: "Eso es un disparate, pero a mí no me pasa". ¿Seguro que es así?

La actitud de frugalidad digital empieza por prestar atención consciente a qué contenidos digitales nos conectamos, cuándo y por qué, durante cuánto tiempo. La funcionalidad Bienestar digital de los móviles Android, o la equivalente Tiempo de uso en el iPhone, incluidas ambas entre los Ajustes de los terminales, informan acerca del tiempo de su uso diario. Permiten también establecer límites individualizados para cada app o sitio web. Vale pena activarla y explorar sus opciones. 

En la misma línea, la opción Historial disponible en todos los navegadores le permite recordar a qué páginas se ha accedido recientemente. Utilícela. Es muy posible que el número de aquellas a las que ha accedido durante la última semana, por decir algo, le sorprenda tanto como la incapacidad de recordar el motivo que le condujo a conectarse a algunas de ellas. 

Las notificaciones que ofrecen muchas apps y páginas web son una fuente adicional de distracción. Resistir la tentación de atender de inmediato a una notificación puede resultar difícil. Recuperar la concentración puede requerir luego varios minutos. Es por ello recomendable utilizar las opciones de configuración de ordenadores y de móviles para restringir los permisos para recibir notificaciones. Conviene, no obstante, advertir de que limitarlas, en especial las procedentes de Whatsapp o de las redes sociales, tiene el riesgo de crear ansiedad en personas habituadas a estar informadas al minuto de lo que sucede en su red. El temor a estar perdiéndome algo (FOMO, o fear of missing out, en inglés) es un síndrome reconocido y no fácil de combatir sin ayuda externa.

Las cookies a las que dedicaba la columna de la pasada semana, son otro mecanismo externo de asalto a la atención. La información que recogen acerca de nuestro comportamiento online puede acabar en manos de quienes la utilizan para atraernos hacia informaciones o publicidad que ni deseamos ni hemos pedido. Las opciones de privacidad de los navegadores permiten examinar la lista de cookies infiltrados en nuestros ordenadores. La primera vez que la consulté me alarmó descubrir que más de un millar de cookies, la mayoría de páginas que no recordaba haber visitado, ocupaban casi dos gigabytes de espacio de disco. Borrarlas todas y verificar durante unos días cuáles son las que se van reinstalando es un ejercicio aleccionador de lo que sucede en la trastienda cuando navegamos por Internet.

No se me escapa que, como sucede con casi todos los buenos hábitos, adoptar la práctica de la frugalidad digital requiere determinación, persistencia, y en ocasiones ayuda externa. Puede no resultar fácil encontrarlas. Porque, por lo menos de momento, la presión social hacia el ejercicio físico y la conciencia del cuerpo supera en mucho a la orientada a la salud anímica y el cuidado de la atención. Un signo de los tiempos.