La frugalidad, que el diccionario define como "templanza, parquedad en la comida y la bebida", es buena para la salud del cuerpo. La frugalidad digital, su equivalente en el uso y consumo de recursos digitales, es beneficiosa para la salud del espíritu.
El universo de lo digital es inagotable y seductor. Una mirada alrededor durante un viaje en metro demuestra el poder de atracción de lo digital, su capacidad de capturar la atención de los muchos, a veces mayoría, que viajan absortos en su teléfono móvil. Todo lo que nos es dado acerca del mundo externo —también acerca de nosotros mismos— nos viene dado por la atención. Ceder el control de nuestra atención nos hace vulnerables.
Las estadísticas detectan que aumentan los usos compulsivos de lo digital, sobre todo entre los más jóvenes. Pero los datos estadísticos tienen una utilidad limitada como guía para el comportamiento individual. Puede ser que nos sorprenda, por ejemplo, saber que un número apreciable de personas consulta su móvil más de un centenar de veces al día. Pero es posible que reaccionemos pensando: "Eso es un disparate, pero a mí no me pasa"....