Un pacto histórico muy insuficiente
La COP28 acepta acabar con los combustibles fósiles, pero cada país a su ritmo y con sus propias soluciones, lejos de la urgencia que se exige desde la ciencia
El sultán Al Jaber se anotó un importante éxito diplomático como presidente de la COP28 al haber conseguido el pasado diciembre que casi 200 gobiernos aprobaran un programa para descarbonizar la economía mundial; es decir, para alejarse (muy) gradualmente de los combustibles fósiles.
El texto dejará huella en la mente de los ciudadanos —e incluso en el planeta— debido a su capítulo dedicado a la energía, sector responsable de dos tercios de las emisiones de dióxido de carbono de origen humano.
Urdido por la presidencia de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el texto, de una veintena de páginas, adopta los objetivos propuestos hace meses por la Agencia Internacional de la Energía (AIE): de aquí a 2030 hay que triplicar la capacidad mundial de producción de energías renovables y duplicar la tasa de mejora de la eficiencia energética —o la cantidad de energía utilizada para producir un bien o un servicio dado— del 2% anual al 4% global. Es algo inconcebible si el consumo de combustibles fósiles permanece estable.
Cierre de centrales de carbón
El pacto exige el cierre de las centrales eléctricas de...