Lo que nos espera
El cambio climático es una realidad que ya afecta al planeta y al ser humano. Pero las previsiones van a peor y nos falta mucho camino de adaptación
El cambio climático no solo es una cuestión del futuro. Ya está aquí mismo. Los efectos son palpables. Las previsiones científicas no solo resultaron ser ciertas, sino que llegaron mucho más rápido de lo previsto. Este año ya se ha superado la media de temperatura global en algunos momentos. Y las políticas que se están planteando no son suficientes para frenar ese avance.
Si se mira la evolución (véase gráfico en la página 36), se ve que la curva se vuelve cada vez más vertical. La Tierra fue aproximadamente 1,36 °C más cálida en 2023 que en el promedio preindustrial de fines del siglo XIX (1850-1900).
De buenas a primeras, 1,5 °C puede parecer poco. Es decir, si vas caminando por la calle, ¿qué diferencia hay entre 24 °C y 25°C? Como explica Elvira Jiménez, de Greenpeace, hay que verlo como con la temperatura corporal. “Si tienes fiebre, no es lo mismo 37 que 38,5 grados. Y la diferencia entre 39 y 40,5 grados es la diferencia entre estar en tu casa y acudir a urgencias. Lo mismo pasa en el medio ambiente. Cuando hablamos de no subir dos grados más nos referimos a lo que debemos lograr para tener el mundo tal y como lo conocemos”.
España es, por su ubicación en el Mediterráneo, uno de los países más afectados por el cambio climático; aunque realmente ningún lugar del mundo se salva.
Aquí las previsiones son que el calentamiento continúe avanzando a un ritmo más rápido que el promedio global. Por cada grado adicional de la temperatura global, el incremento en España será aproximadamente el 50 % mayor. Este fenómeno será más marcado en las áreas interiores del país. Así, se proyecta que la temperatura media anual en la península aumente entre 1,1 °C y 2°C, tomando como referencia el periodo 1980-1999. Si no se intensifican los esfuerzos para reducir las emisiones, el calentamiento podría superar los 4 °C antes de que termine el siglo.
Según el informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC) correspondiente a 2023, con un incremento global de 1,5 °C en relación con el periodo preindustrial (1850-1900), en España se espera que los días más cálidos sean al menos 2 °C más calurosos. Si el aumento global llega a 2 °C, los días más cálidos podrían ser 3 °C más cálidos. Finalmente, un incremento global de 3 °C llevaría a un aumento de más de 4 °C en las temperaturas españolas.
¿Qué implica esto? Sufrir olas de calor, sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar y la temperatura del agua, pérdida de biodiversidad, pérdida de vidas humanas y pérdidas económicas.
Olas de calor
En el gráfico de mapas pueden verse los lugares que más sufrirán olas de calor en diferentes escenarios. El escenario más probable es entre el 3 y el 4, es decir, de moderado a pesimista. Porque las políticas de los países más ricos no parecen lograr reducir emisiones, ni las regiones en desarrollo tienen suficiente apoyo para avanzar hacia tecnologías limpias. Las tendencias actuales de aumento en consumo de energía y uso de combustibles fósiles apuntan hacia un escenario pesimista (4). Los compromisos globales (como el Acuerdo de París) nos sitúan en un calentamiento proyectado de aproximadamente 2,7-3°C para 2100.
Sequías
Según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), las proyecciones indican que España experimentará un aumento significativo en la frecuencia, duración e intensidad de las sequías. En particular, se anticipa una reducción de las precipitaciones anuales de hasta el 20% en algunas regiones hacia finales del siglo XXI, especialmente en el sur y este del país.
Inundaciones
Más allá de la dana que acabamos de vivir en Valencia, el cambio climático está incrementando la frecuencia y intensidad de fenómenos meteorológicos extremos. Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), El Estado del clima en Europa en 2023, ese año un tercio de la red fluvial europea vio cómo los caudales de los ríos superaron el umbral de inundación “alta” y el 16% superó el umbral de inundación “grave”.
Vidas humanas
Todos los eventos extremos traen consecuencias mortales para la humanidad. Es impactante ver cómo en un solo día mueren más de 200 personas en una inundación, como ha sucedido en Valencia, cuando esas muertes pudieron evitarse. Pero quizás uno de los aspectos del cambio climático que más mata es el relacionado con el calor. Los datos de la OMM muestran que la mortalidad relacionada con el calor ha aumentado alrededor del 30% en los últimos 20 años. Y en las regiones europeas observadas este incremento implica ya casi duplicar los fallecimientos por calor (el 94% de aumento). En 2023, según el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), más de 47.000 personas fallecieron en el continente debido a las altas temperaturas.
Pérdida de biodiversidad
No son solo los seres humanos los que sufren, sino la biodiversidad en su conjunto. El informe Planeta vivo de WWF sostiene que hemos perdido el 73% de las poblaciones de vertebrados en los últimos 50 años. El estudio mide el cambio promedio en el tamaño de las poblaciones de más de 5.000 especies de mamíferos, aves, peces y anfibios. Desde la organización apuntan: “Aunque los cambios en el mundo natural puedan parecer pequeños y graduales, su impacto se va acumulando y pueden desencadenar un cambio mucho mayor: es lo que se denomina punto de inflexión. Los puntos de inflexión repentinos pueden ser, a menudo, irreversibles y potencialmente catastróficos para las personas y la naturaleza”.
…Y pérdidas económicas…
Y, como es lógico, todos estos escenarios vienen acompañados de pérdidas económicas. El Banco de España destaca en diversos informes las implicaciones económicas y financieras del cambio climático para el país. Este año, tras la catástrofe de la dana, calculan que el PIB español habrá bajado el 0,2% en el último cuatrimestre. La Comisión Europea ya prevé un incremento del gasto público debido a las medidas de reconstrucción y apoyo a las zonas afectadas por estos desastres naturales. Aunque reconoce la necesidad de estas inversiones, advierte sobre su impacto en el déficit público.
Pero sin contar con la dana, 2023 ya fue un año récord de eventos climáticos extremos y de emisiones de CO2, según Greenpeace. La organización menciona un estudio publicado en Nature en el que se estima que el coste global de los eventos meteorológicos extremos atribuibles al cambio climático ha sido de 143.000 millones de dólares al año durante los últimos 20 años. “En la UE en los dos últimos años se calcula su coste en más de 111.000 millones de euros. Y según el último informe del Barómetro de catástrofes, en España en 2022 estos eventos tuvieron un coste económico de 2.900 millones de euros y se perdieron 25.000 puestos de trabajo. Los sectores más afectados fueron el sector agrícola y el pesquero”.
De mitigar a adaptarse
Aunque siguen los esfuerzos para mitigar los efectos del cambio climático, cada vez más se habla de la importancia de adaptarse a lo que seguro viene. Pero las políticas de adaptación son muy nuevas, e incluso algunas de las políticas se están comenzando a implementar.
“La adaptación se presenta como uno de los pilares fundamentales del Pacto Verde Europeo, junto con la mitigación”, explica Cesar Luena, especializado en temas climáticos: “La Comisión Europea anunció un nuevo plan de adaptación, que todavía se está preparando, destinado a promover cambios en aspectos estructurales y sociales. Son cambios como modificaciones en el urbanismo para reducir la vulnerabilidad a inundaciones y altas temperaturas; en el diseño de viviendas para soportar climas más extremos, y en ajustes en horarios y actividades laborales frente a olas de calor”.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, destacó la adaptación al cambio climático como una de sus principales prioridades. El verano pasado anunció un plan europeo de adaptación climática y una estrategia de resiliencia del agua para su segundo mandato, subrayando que uno de los mayores riesgos para nuestra seguridad es el impacto del cambio climático debido a fenómenos como inundaciones, incendios y sequías.
Pero aunque se están dando pasos, todavía queda mucho camino por recorrer. España ha implementado diversas medidas para adaptarse al cambio climático, presentes en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) 2021-2030, pero, como explica Greenpeace, estas medidas son un faro que todavía hay que desarrollar en profundidad y corresponde a las comunidades autónomas y, especialmente, a los municipios.
Hay sitios en los que se han llevado a cabo actuaciones y otros en los que no se ha hecho nada todavía. Y tampoco hay objetivos claros. Aún se están dibujando mapas de riesgo y zonas donde es importante actuar. “En la adaptación se ve mucha desigualdad”, dicen desde Greenpeace. “Hay lugares en las ciudades, donde además están las rentas más bajas, en los que hay menos zonas verdes y menos sitios donde refugiarse del calor. Se están buscando mecanismos diseñados para esa adaptación. Pero, por ejemplo, se ha estado construyendo en zonas inundables, y hay que plantearse que, tal vez, en esas zonas no debería haber negocios en los bajos. Hay que mejorar los protocolos; el cómo se gestionan las emergencias a nivel público; educar a la ciudadanía sobre cómo protegerse y proteger a las personas de alrededor. Hay que rediseñar espacios públicos, privados, agrícolas y políticas sociales".
Greenpeace pone algunos ejemplos interesantes para mejorar la calidad de vida, como el parque inundable La Marjal, en Alicante, cerca de la playa de San Juan. Inaugurado en 2015, es el primer parque urbano inundable de toda España, diseñado especialmente para mitigar los efectos de las lluvias torrenciales y prevenir inundaciones en áreas urbanas.
Queda casi todo por hacer.