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Renovables a contrarreloj

Culminar un modelo energético verde bajo la presión del cambio climático exige acelerar las inversiones en almacenes de energía limpia, redes e interconexiones, además de un gran impulso a la electrificación

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Junio 2025 / 136

Hace solo 30 años, la idea de generar electricidad a gran escala a partir de la luz solar y del viento era en España una ilusión. Hoy, las fuentes renovables de energía se han comido un buen pedazo del pastel eléctrico gracias a unos precios cada vez más competitivos y al impulso público a las energías limpias bajo la espada de Damocles del cambio climático. Tras un desordenado arranque inicial con el cebo de primas para fomentarlas y obstáculos como el llamado impuesto al sol, el 56,8% de toda la electricidad del país que se produjo en 2024 empleó fuentes naturales, según Red Eléctrica, la empresa semipública encargada de gestionar la red.

El plan es ir a más. La primera Ley de Cambio Climático y Transición Energética, de 2021, prevé en su artículo 3.2 un sistema eléctrico basado solo en fuentes renovables para "antes de 2050", con un escalón intermedio de penetración del 81% en 2030. La hoja de ruta es el Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, que despliega una serie de objetivos y políticas y que, tras el carpetazo al carbón, asume la desaparición total, en 2035, de la energía nuclear. Esta tecnología aporta ahora el 19,9% de la generación eléctrica en España; y en Cataluña, cerca del 60%, casi comparable al nivel de Francia. Semejante vuelco requiere desarrollar sistemas capaces de almacenar electricidad para cuando no sople el viento ni haga sol: se partía de cero y el plan era alcanzar 22,5 gigavatios (GW) en 2030.

Posturas enfrentadas

El apagón sin precedentes del pasado 28 de abril, que afectó a más de 50 millones de personas y cuyas causas se siguen investigando, ha desatado un debate sobre esta hoja de ruta, bien para exigir que se acelere la apuesta por las energías limpias, bien para pedir un replanteamiento que combine renovables con nucleares, que no emiten CO2 durante la generación de electricidad.

Las compañías eléctricas dueñas de los siete reactores nucleares que hay en España (Endesa, Iberdrola y Naturgy) pactaron en 2019 cerrarlos entre 2027 y 2035. Hoy piden más vida para las centrales invocando el nuevo contexto geopolítico y, sobre todo, la carga fiscal que soportan. De hecho, condicionan un alargamiento de la vida de las plantas a que se les bajen los impuestos. Critican la llamada tasa Enresa, que sufraga los costes de gestionar los residuos nucleares y el desmantelamiento de las plantas, y que desde 2019 ha pasado de 6,69 euros por MW/hora a 10,36. El plan de residuos no se había actualizado desde 2010, y el coste se ha disparado por el descarte de un almacén único que centralizara los desechos atómicos. Nadie lo quería albergar y Enresa, la empresa pública que gestiona los residuos radiactivos, expresó dudas sobre el subsuelo del lugar propuesto.

"Las energías renovables son necesarias, pero hoy tienen límites técnicos. En unos años puede ser factible el 100% de penetración renovable, pero no es un sistema sólido. Distintos informes técnicos indican que el 70% de penetración de renovables es el tope que puede haber en el mix [combinación de fuentes de energía para cubrir la demanda] para que, ante una dificultad del tipo que sea, el sistema aguante. Pasarse es un riesgo y lo defenderé ante quien sea", señala Yolanda Moratilla, profesora de Nuevas Tecnologías Energéticas de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad Pontificia Comillas (ICAI).

Falta de inercia

Moratilla subraya un dato clave del día del apagón, cuando se evaporaron de golpe 15 GW: "En el sistema no había inercia". Se refiere a la capacidad del sistema para resistir cambios rápidos en la frecuencia cuando hay un desequilibrio entre la generación y la demanda de energía. La fotovoltaica y la eólica no la tienen de forma natural. Otras tecnologías como las nucleares, sí. Pero tres reactores estaban parados; uno, por recarga, y los otros, porque no les resultaba rentable.

"El calendario de cierre [de las nucleares] no empieza hasta 2027. Se está atribuyendo algo [el apagón] en el año 2025 a un hecho que no ha pasado[el cierre de las nucleares]", replicaba en el Congreso el pasado 14 de mayo la ministra de Transición Ecológica y vicepresidenta tercera del Gobierno, Sara Aagesen, a los grupos que vinculaban el apagón a la elevada penetración renovable, como PP, Vox y Junts. Aagesen defendió la autonomía estratégica que supone un mix de base renovable, además del ahorro que supone en combustibles fósiles (14.000 millones de euros desde 2018).

Llave de competitividad

"España ha dado un giro de 180 grados al modelo energético. Si se cumple el plan previsto, será un caso único en Europa por el nivel de independencia energética. Nos dará un margen de competitividad enorme", augura el experto en energía, renovables y minería Carlos Cagigal. Según Eurostat, las empresas españolas pagaron en la segunda mitad de 2024 el 23% menos en electricidad que la media europea; los hogares, el 14% menos.

Cagigal augura que no estamos solo ante un cambio de modelo de generación eléctrica: "Es una primera fase para cambiar la estructura industrial del país, para que industrias y hogares tengan electricidad más barata. Después vendrán el hidrógeno y los combustibles verdes. Ya se están desarrollando proyectos con inversiones garantizadas milmillonarias. Significa empleos cualificados". En esa segunda fase que vislumbra, las centrales de ciclo combinado podrán adaptarse para sustituir gas por hidrógeno.

¿Es entonces técnicamente viable un modelo 100% renovable? "Hoy es del todo inviable. Pero si hacemos lo previsto, manteniendo las nucleares hasta que entren en obsolescencia y con una apuesta fuerte por el almacenamiento, en 10 o 15 años, sí es posible", asegura este experto.

Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), el 92,5% de la nueva potencia añadida en el mundo en 2024 era de origen natural. Después de grandes apagones, Australia meridional, California y Texas apostaron por las energías limpias y baterías.

"Es la dirección que sigue el mundo", comenta al respecto Héctor Pastor, coordinador del área de Autoconsumo  de Ecooo. Pastor ofrece otra de las claves del cambio de modelo: "Lo importante es avanzar hacia un sistema descentralizado, en manos de la gente. Igual que se impulsa el autoconsumo colectivo, deben potenciarse sistemas de almacenamiento compartido". Según la patronal fotovoltaica UNEF, el autoconsumo acumula 8.137 MW en España, más que la potencia instalada nuclear: 7.117 MW.

Sin embargo, el plan avanza con muchos deberes pendientes, empezando por el almacenamiento. Pastor lo admite: "No se ha hecho y podría haberse hecho antes, como soporte a un modelo que tienda al 100% de renovables. A veces hay tanta producción de renovables que hay que tirarla porque supera a la demanda". Según Red Eléctrica, de una potencia instalada total de 132.343 MW—de la que las renovables aportaron 85.144—, solo hay 3.356 MW de almacenamiento (3.331 de bombeo hidráulico y 25 de baterías).

Bruselas dio luz verde en marzo pasado a un plan de ayudas de España por importe de 700 millones de euros para cofinanciar, hasta el 85%, entre 80 y 120 proyectos de almacenamiento, que deberán estar listos en 2029. Contempla, por ejemplo, proyectos de hibridación, que combinan dos o más fuentes (la solar y la eólica, la hidráulica y la biomasa) en un mismo sistema de generación para aprovechar las fortalezas de cada una y garantizar una producción estable.

Cúmulo de retrasos

"Las tecnologías renovables han avanzado más rápido de lo que lo han hecho las de almacenamiento. Aunque las baterías avanzan deprisa, aún resultan insuficientes. El hidrógenero verde es una alternativa prometedora, pero todavía es costosa. El bombeo hidráulico, una tecnología madura, ofrece gran capacidad, pero está limitado geográficamente", señala Mar Rubio, catedrática de Economía en la Universidad Pública de Navarra. Para Rubio, un salto al 100% renovable requeriría avances tecnológicos significativos para no comprometer la seguridad de suministro, así como grandes inversiones en redes, interconexiones y sistemas de respaldo, que pueden presionar los precios al alza a corto plazo, con beneficios a largo plazo.

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Potencia instalada en España
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Generación eléctricas
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Nucleares España

La interconexión con Francia frena y es un viejo obstáculo a superar. España y Portugal han pedido a la Comisión Europea y al Gobierno francés que se cumpla lo pactado: la UE marcó un objetivo del 10% de interconexión para 2020 y del 15% para 2030. Estamos en el 4%.

"La primera etapa, la de introducir renovables, era fácil y barata y llega a su fin. Ahora necesitaríamos realizar inversiones complejas desde un punto de vista tecnológico, que probablemente encarezcan el precio de la electricidad renovable. También se podría no seguir con el despliegue renovable, pero la nuclear y el gas aún son más caros", opina, por su parte, Marcos Rupérez, profesor de OBS School y experto en hidrógeno verde. Alude, por ejemplo, a la incorporación a los nuevos proyectos de sistemas con tecnología grid-forming, que permite aportar inercia sintética y capacidad de regulación de frecuencia.

Para Rupérez, al margen del motivo del apagón, “hemos corrido mucho en las renovables sin fijarnos en la estabilidad de la red. ¿Habrá cambiado tanto esta en 2035 para prescindir de las nucleares?”, se pregunta, escéptico. No se declara  partidario de mantener siempre las nucleares, pero tampoco de "tirar las cosas a la basura. Cuando sobren, las quitamos”.

No obstante, quienes defienden que se acelere la transición a las renovables con sistemas que palíen su intermitencia ven incompatible su coexistencia con las nucleares. "Las nucleares suponen enormes costes, además de emisiones de CO2 en la extracción de uranio y durante como mínimo una década de construcción, sin contar con lo que cuestan los residuos. La gran cantidad de capital inmovilizado que absorben se retirará de otras tecnologías. Son miles de millones que podrían ir al desarrollo de la energía termosolar, pues es un error no apostar por ella, y al almacenamiento, para que haga falta lo mínimo de gas [más caro y mayor emisor de CO2]", subraya Cristina Rois, portavoz del Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA). Que Bruselas clasificara en 2002 como "verdes" la nuclear y el gas les permite optar a financiación sostenible.

Compatibilidad limitada

En cuanto al alargamiento de la vida de las centrales, para el MIA es "forzar la máquina y añadir inseguridad". Las inversiones en seguridad, que marcaría el Consejo de Seguridad Nuclear, suelen ser cuantiosas. Según Cagigal, para las cinco centrales españolas oscilaría entre 3.000 y 5.000 millones. "Muchas piezas se pueden actualizar, pero no vas a cambiar la vasija", sostiene Rois. El Foro Nuclear, voz del sector, defiende que se puede alargar la vida de las centrales a los 60 años. Pero hay algo más. "Las centrales españolas no se diseñaron para reducir potencia por debajo del 70%, ni para hacerlo rápido", alerta.

El divulgador energético Xavier Cugat corrobora el inconveniente clave de las nucleares como potencia de respaldo: su falta da flexibilidad para cambios rápidos de potencia, en los que sí sirven la hidráulica y las centrales de ciclo combinado. "De lo último de lo que se podrá prescindir será del gas, precisamente por su flexibilidad para subir y bajar la potencia, mientras que la nuclear es fuente de generación inflexible que bloquea la entrada de renovables", apunta. Cugat coincide en que mantener las nucleares más tiempo pospondría inversiones en renovables y  almacenamiento, además de afectar a la seguridad jurídica de quienes invirtieron contando con el apagón nuclear.

Una vez más, ¿es viable pensar en un modelo 100% renovable? Este experto cuestiona la pregunta misma: "La energía de base ha de ser renovable por ser la más competitiva. Es fácil alcanzar el 90% renovable. El 95% es más difícil. El 100% es muy complicado... pero centrarnos en ese 5% que falte es una tontería, es irrelevante mientras la electricidad solo pese el 23% en la energía final, porque el potencial de las renovables se ve limitado. La generación verde es solo una pata de la transición energética. Otra es la electrificación". Electrificar significa desenganchar las industrias de los combustibles fósiles, el salto al coche eléctrico y a la calefacción con bomba de calor.

Los retos se amontonan. Y el cambio climático no espera. Marcos Rupérez apunta el problema de fondo: "Nuestro modelo económico, una sociedad que no quiere parar de consumir y gasta mucha energía. La IA empeora la transición. Nadie quiere oír hablar de decrecimiento. Nadie quiere ver lo que hay".

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Panorama Mundo

Resurgir nuclear

Peso de la energía nuclear. Actualmente en todo el mundo hay activas 420 centrales nucleares, que aportan el 10% de la electricidad.

Cierre de centrales. Desde 1963, en el mundo han cerrado 217 reactores, 27 de los cuales en Europa, donde el peso de esta tecnología en la generación de electricidad ha reculado desde el pico del 34% en la década de 1990 al 25% actual, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

Nuevas centrales. En la UE, en el último cuarto de siglo se han terminado solo tres centrales: en Finlandia, Eslovaquia y Francia, que tiene la bomba atómica y una  potente industria nuclear y va a invertir en nuevos reactores . En todos los casos, los plazos y los presupuestos previstos quedaron en papel mojado. En el caso de la central finlandesa, por ejemplo, se logró con 13 años de retraso y 11.000 millones de sobrecoste. La mayor apuesta por nuevas nucleares viene sobre todo de China, India y Corea. Hay 63 reactores en marcha, mayoritariamente con tecnología rusa y china. La AIE está por la labor, sobre todo por los nuevos minirreactores SMR, que prometen una construcción más rápida y con mejor gestión de los costes.

Centrales de larguísima vida. En el último lustro, numerosos países han optado por alargar la vida de sus centrales, como en el caso de Bélgica, Hungría, Chequia oyJapón (pese a Fukushima). El nuevo Gobierno alemán lo estudia tras el apagón nuclear en el país. En EE UU, la extensión llega a los 80 años.