México tiene un producto interior bruto (PIB) similar al de España, pero su PIB per cápita es tres veces inferior. En la república mexicana hay más de 50 millones de personas en situación de pobreza. De ahí el eslogan de 2006 de la primera campaña presidencial de Andrés Manuel Lopez Obrador, conocido como AMLO: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
Se trató de mercadotecnia política eficaz, ya que AMLO ganó ya entonces; solo el fraude electoral impidió que él fuera presidente ese año. Hubo protestas masivas en 2006. Miles de activistas paralizaron durante 47 días el centro de la Ciudad de México, una megalópolis de 21 millones de habitantes.
AMLO lo hizo para impedir una revuelta violenta. Sus enemigos usaron el plantón para atacarlo con campañas de desprestigio. No cumplieron su propósito, ya que la popularidad de López Obrador creció y lo intentó de nuevo en 2012. No lo logró porque se unieron en su contra los partidos políticos tradicionales, los medios de comunicación y la clase empresarial.
Las campañas de descrédito arreciaron, pero tampoco dañaron la reputación del político de izquierda. En su tercera oportunidad, en 2018, AMLO arrasó. Y hoy su partido gobierna prácticamente todas la regiones en México, controla las cámaras legislativas y ha colocado a 4 de 11 integrantes de la corte suprema. Decía la publicidad de la empresa telefónica del magnate Carlos Slim: “Todo México es territorio Telcel”. La monopólica realidad en telecomunicaciones tiene su paralelo en política: “Todo México es territorio López Obrador”.
Sondeos al alza
AMLO ha llegado a la última parte de su gobierno —no hay reelección presidencial—, con su partido ganando elecciones hasta en los municipios más pequeños. La razón es la popularidad de López Obrador, altísima y creciente. Una encuesta reciente de MetricsMx encontró que el 74% de la gente aprueba total o parcialmente a su presidente. Ocurre así porque el eslogan de las tres campañas presidenciales (“Por el bien de todos, primero los pobres”) se ha convertido luego en la gran prioridad de su presidencia, con transferencias directas de recursos a más de 15 millones de familias. Muchas otras han encontrado empleo gracias a programas sociales como Sembrando Vida, que ha reforestado 500.000 hectáreas de bosques y selvas, pero sobre todo por las obras de infraestructura en las regiones de México con mayor marginación, como el Tren Maya en el sureste del país.