Marià Moreno
Un cambio de rumbo para las empresas
Necesitamos un ‘management’ para la humanidad que transforme las organizaciones desde el interés propio hasta el bien común
Prohibido hablar en el metro de Barcelona
Las 10 de una noche de este verano. Este cronista se retira hacia su casa después de pasear y cenar en torno a la Sagrada Familia. Se alarga hasta el Paseo Sant Joan para tomar el metro de la línea amarilla en la parada de Verdaguer, lo que le evitará la cuesta de llegada al Baix Guinardó, que unos días apetece y otros, no tanto.
Una cara indecisa
Llega desde la calle la observación de que el fin de la mascarilla no ha sido tan unánime como quizá se esperara, que la cuestión parece andar, cuando menos, repartida. Cada cara es de quien la posee, pero si se nos permite la licencia de hacer una síntesis imposible, la consecuencia de ese compendio vendría a ser algo así como la presencia de una cara global indecisa. Una cara que duda. Duda acerca de si mantener su protección o, sin más, manifestarse a los cuatro vientos.
Lógica comunitaria, la gran olvidada
La lógica comunitaria no puede ser más lógica. Literalmente dice que cuando una comunidad se enfrenta a un problema, la solución debe afectar a todos por igual. Esto es, si hay que hacer sacrificios, deben repartirse entre todos, ya que el beneficio de solucionar el problema será para todas las personas de la comunidad. Si se nos permite la reiteración, es una lógica tan lógica que no admite color ni partido.
Soplan vientos contra la mezcla
Durante mucho tiempo, la mezcla ha resultado ser fundamental para cualquier idea de progreso. Con la mezcla va el intercambio y con él, el conocimiento. Pero tenemos más evidencias, como lo es la necesidad de renovarnos genéticamente o la reconocida observación de que EEUU labró su empuje a lomos de un océano de inmigrantes de muy diversas procedencias.
Una sonrisa en la calle, ¿con mascarilla?
Tanto tiempo ya, y todavía no he acabado de solucionar la relación entre mis gafas y la mascarilla. El resultado es que, a menudo, en la calle se entelan sin remedio. Así ha sucedido una vez más esta mañana, mientras iba a comprar el periódico. Viéndome más o menos solo he optado por la solución más cómoda: me he bajado la mascarilla a fin de airear los cristales.
Besos en la calle
Esta tarde he ido al súper. Es lo que se tiene que hacer cuando uno vive solo, y cuando lo hace acompañado, también. Tengo mis rituales. Justo enfrente de la puerta del súper, al otro lado de la amplia acera, hay un banco. Si hay suerte y no está ocupado, me siento en él y me fumo un purito. Se trata de una de esas recompensas absurdas que los fumadores tenemos.
Esto no es una novela
No es extraño que una novela se inicie con un primer párrafo cuyo objetivo es ponernos en situación: "Un virus se extendió por todo el planeta, contagió a millones de personas y mató sin remedio a centenares de miles. La economía se paralizó de una forma impensable, pero lo que cambió nuestra manera de vivir fue que la fórmula para combatir la plaga se basó primero en el confinamiento en casa y después en lo que se llamó distanciamiento social. En nombre de la alerta sanitaria se refinaron las formas de seguimiento y control de la población, también en su nombre las libertades individuales se convirtieron en algo que tan pronto estaba como podía no estar".
La inconcebible magnitud
Esta crónica no es un buen escaparate para las llamadas teorías conspiratorias. A su autor le parecen, muy a menudo, cuentos para adultos sin mayor argumento que el de un ingenuo cuento infantil. Sin embargo, educado en la tradición racional del pensamiento nacido en Grecia y difundido por Roma, no puede dejar de formularse preguntas ante lo que le rodea y observa. Sobre todo cuando por toda respuesta obtiene una apelación a la casualidad o es remitido a la azarosa mutación de un ser capaz de matar en masa al que no parece faltarle inteligencia o incluso astucia (José María Ordovás).
El canto de nuestra especie
El gran Josep Maria Espinàs escribió una magnifica evidencia: "Per primavera les dones floreixen" (en primavera las mujeres florecen). Es cierto. Ha bastado que los rayos del sol sostuvieran una mínima presencia para que en Barcelona, desde donde estas líneas se escriben, algunas mujeres nos regalaran, camino del supermercado, una explosión de vida como solo ellas pueden aportar. Este aprendiz de cronista tiene, con todo, alguna duda respecto a si invocar a un maestro es venia suficiente para introducir la belleza femenina. Como si la Belleza no constituyera, junto a la Bondad y la Verdad, la tríada de valores que ya desde Platón nos orientan hacia el buen vivir.