Cómo acaba la inflación
Las crisis de inflación son como las comedias sentimentales: cada una empieza a su modo pero todas terminan igual.
Las crisis de inflación son como las comedias sentimentales: cada una empieza a su modo pero todas terminan igual.
La variación del tipo de cambio tiene impacto sobre la economía de un país o de una zona. Un euro débil tiene ventajas, pero también inconvenientes.
Señales positivas: Ya se trate de EE UU, la zona euro o Japón, los tres ejes del mundo desarrollado evolucionan hacia una fase de expansión económica.
Política monetaria: La amenaza deflacionista, el coco para los bancos centrales, está lejos de haber desaparecido, aunque lo peor parece haberse evitado. Pero el activismo monetario no basta para crear un medio propicio al crecimiento.
El frenazo chino y el repliegue de capital en EE UU pesan, pero asistimos a una crisis acotada, no sistémica.
La bajada general y automantenida de los precios tiene efectos muy nocivos para la economía, especialmente porque aumenta el peso de las deudas.
Estancamiento: El Banco Central Europeo ensaya nuevas fórmulas para reactivar la demanda, pero depende de Alemania.
Cambio: Los precios se mueven al alza tras 15 años de esfuerzo para romper con la parálisis económica.
La política de deflación salarial está afectando especialmente a las rentas más bajas.
John Maynard Keynes afirmó que la deflación —es decir, el descenso continuado de los precios y los salarios— era “lo peor”. Como auténtico indocumentado irreverente, voy a cometer lo que en términos religiosos vendría a suponer una blasfemia. No, John, no.
El precio es la cifra que hay en la etiqueta. Hasta ahí estamos de acuerdo, ¿no? La cuestión consiste en por qué la cifra es esa, y no otra. Se trata de una cuestión bastante importante: toda la economía contemporánea gira en torno a los precios.
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