Nos hemos habituado a eso que llamamos “cumbres”. Dirigentes políticos más o menos poderosos se reúnen en algún  lugar para ponerse de acuerdo en tal asunto o tal otro. Damos por supuesto que cada uno de ellos acude con un objetivo o una idea e intenta convencer a los demás.

La disputa entre María Estuardo e Isabel I por sus respectivos reinos de Escocia e Inglaterra salta a la gran pantalla con un relato vestido de épica.

El vicio del poder es el irónico biopic sobre Dick Cheney, vicepresidente de EE UU y mano derecha de George W. Bush.

Lo urgente, es bien sabido, va antes que lo importante. Cuando a uno se le queman las empanadillas está por las empanadillas, no por los imperativos kantianos o por el cambio climático, aunque mientras bracee en la humareda sea perfectamente consciente de que la ética y el planeta tienen muchísima más relevancia que la fritanga en la sartén.

Doña Clara (Aquarius), del director brasileño Kleber Mendonça Filho, es una coproducción franco-brasileña de 2016 que relata, a partir de un personaje inspirado en la madre del director, un aspecto concreto de la especulación inmobiliaria en Brasil.

Entrevista: Un proyecto de tratado sobre la creación de una Asamblea parlamentaria de la zona euro llama a los ciudadanos a volver a tomar el control de Europa.

Todo el mundo asegura que la política contemporánea atraviesa una crisis de liderazgo.