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¿Qué quiere Elon Musk?

El caótico desembarco del hombre más rico del mundo en Twitter pone en riesgo la supervivencia 
de la red social favorita de políticos, periodistas y agitadores
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Diciembre 2022 / 108

Ilustración
Lola Fernández

Despido de la mitad de la plantilla, amenazas a los empleados críticos, dimisiones masivas, estampida de anunciantes... El desembarco de Elon Musk en Twitter no ha podido ser más caótico, y su comportamiento ha puesto en riesgo la propia supervivencia de la compañía. Visto lo visto, cabe preguntarse: ¿Para qué se ha gastado el hombre más rico del mundo 44.000 millones de dólares en comprar la red social favorita de políticos, periodistas y agitadores de todo pelaje? ¿Conseguirá salvarla de la quiebra?
Un mes después de formalizarse la compra, apenas quedaba gente en Twitter con los conocimientos necesarios para mantener su arquitectura informática, prevenir fallos del sistema en momentos de mucho tráfico, contrarrestar posibles ciberataques o moderar los contenidos para evitar la diseminación de bulos y mensajes de odio.
Ante la evidencia de que la empresa se iba pique, Musk comenzó a dar marcha atrás, tratando de contratar de nuevo a empleados que él mismo había despedido y enviando un correo electrónico a la plantilla para pedir que cualquiera que supiera de software le ayudara a conocer los sistemas informáticos de la empresa. Hay quien piensa que es demasiado tarde para salvarla.
 
Estilo pendenciero
En sus primeras semanas al timón, Musk ha utilizado compulsivamente la red, mostrando un estilo pendenciero que recuerda mucho al de Donald Trump. Es ya el segundo personaje con más seguidores en la red social: 116 millones, más que Justin Bieber, Rihanna, Cristiano Ronaldo y Kim Kardashian. Solo Barack Obama (133 millones) le supera.
Musk llevaba meses preparando su transformación en influencer político. Fue el primer hombre de negocios en manifestar públicamente su apoyo a Ucrania tras la invasión rusa del 24 de febrero y envió gratuitamente terminales de Internet por satélite de su empresa Starlink para que los ucranianos pudieran seguir conectados con el mundo. Meses más tarde, en contra de la posición del Gobierno de EE UU, se mostró a favor de que Rusia se anexione la península Crimea para poner fin a la guerra y avisó de que no podía financiar indefinidamente el servicio de Starlink en Ucrania.
El multimillonario ha dedicado sus primeros mensajes como dueño de Twitter a diseminar teorías de la conspiración, mofarse de mujeres por su físico, insultar a los trabajadores de sus propias empresas, despreciar el trabajo de los periodistas, desafiar las regulaciones de los mercados y promocionar criptomonedas. Decidió reabrir la cuenta de Trump, cerrada por incitación a la violencia tras el asalto al Capitolio en enero de 2021, y, para ello, organizó un referéndum en el que participaron 15 millones de usuarios de Twitter. El 51,8% se mostró a favor y el 48,2%, en contra. Musk también ha dado la bienvenida a la red social al rapero Kayne West, célebre por sus comentarios antisemitas.
El propio Biden no ha ocultado sus recelos hacia el cambio de propiedad en Twitter. A preguntas de  un periodista sobre si Musk representa una amenaza para la seguridad nacional por haber recibido financiación saudí, el presidente respondió que merecía la pena examinar el asunto. La firma de inversiones del príncipe Alwalid bin Talal, uno de los inversores más ricos del golfo Pérsico, se ha convertido en el segundo accionista de Twitter. “Dado el historial del régimen saudí de encarcelar a sus críticos, plantar un espía en Twitter y asesinar brutalmente a un periodista de The Washington Post [Jamal Khashoggi], debe impedirse el acceso del régimen saudí a los datos sobre cuentas, mensajes y otra información que pueda ser utilizada para identificar a oponentes políticos o eliminar críticas a la familia real”, dijo el senador demócrata Ron Wyden.
 
Tesla y China
Preocupa que Musk ceda a las presiones de gobiernos que traten de controlar el flujo de información en Internet en sus propios territorios. De la fábrica de Tesla en Shanghái salieron el año pasado la mitad de los coches de la firma y China es un mercado clave para la compañía. Musk ha sugerido que las tensiones entre Pekín y Washington se pueden resolver cediendo parte del control de Taiwán a China —de nuevo, en contra de la doctrina exterior de Washington— y en una ocasión dejó caer que China le había pedido garantías de que Starlink no ofrecerá nunca sus servicios en la isla.
Ante la posibilidad de que el odio, el racismo y desinformación vuelvan a campar a sus anchas en Twitter, Musk ha respondido que mantendrá en pie los controles de contenidos existentes antes de comprar la empresa, aunque ha subrayado que los usuarios podrán hacer los comentarios que quieran mientras no incumplan las leyes de su país de residencia. El posible aumento de la crispación en la red social ha llevado a anunciantes como Volkswagen, General Motors, Pfizer y Macy’s a retirar su publicidad por miedo a una pérdida de reputación. 
Musk agita la bandera de la libertad de expresion cada vez que alguien duda de sus intenciones. Robert Reich, catedrático de Economía de la Universidad de Berkeley y ex secretario del Trabajo, no acaba de creérselo. “Cuando los multimillonarios se hacen con el control de nuestras plataformas de comunicación más vitales”, afirmó Reich, “no es una victoria de la libertad de expresión, es una victoria de la oligarquía”.
A pesar de la pasión con la que opina de cualquier asunto, Musk, de 51 años, nunca ha mostrado su intención de entrar en política. A la presidencia no puede aspirar, pues la ley niega esa posibilidad a las personas nacidas fuera del país (Musk nació en Suráfrica). Simpatizante demócrata en el pasado —dice haber votado dos veces a Obama y a Biden en 2020—, recientemente se ha inclinado hacia el bando opuesto y en las recientes elecciones legislativas hizo un llamamiento a apoyar a los candidatos republicanos para hacer de contrapeso al presidente demócrata. Ha dicho que tanto Trump como Biden son “demasiado viejos” para ser presidentes y se ha mostrado a favor del republicano Ron DeSantis como próximo inquilino de la Casa Blanca.
Imagen
Twitter Elon Musk
Musk anuncia a través de Twitter los resultados de la votación para readmitir a Donald Trump.
Arma de los poderosos
¿Qué va a ser de Twitter?, se preguntan muchos usuarios. Lo cierto es que la red social ha experimentado grandes cambios desde su nacimiento, en 2006. Kevin Roose, especialista en tecnología y redes sociales de The New York Times, subraya que si hace una década fue utilizada por movimientos defensores de la democracia para desafiar al poder, como en Túnez, Egipto y Siria, Twitter se ha convertido en los últimos años en un arma de los poderosos para alcanzar sus propios fines. El activista y artista chino Ai Weiwei dijo en 2010: “Twitter es la herramienta del pueblo, la herramienta de la gente común, gente que no tiene otros recursos”. Roose opina: “ese relato ha acabado oficialmente al caer la red en manos del hombre más rico del mundo”. 
El propio Musk ha advertido de que Twitter puede quebrar si no aumenta sus ingresos por publicidad, una tarea especialmente urgente en un entorno de desaceleración económica. La publicidad supone el 90% de los ingresos (5.000 millones en 2021) de una compañía que ha perdido dinero en seis de los últimos ocho ejercicios. El desafío es aún mayor teniendo en cuenta que ha pedido prestados 13.000 millones de dólares para comprar un juguete que él mismo corre el riesgo de romper.