Un crecimiento menor del presupuestado
El alza de la recaudación evitó que las cuentas se descuadraran en 2021 con un PIB menor del previsto. El reto es repetir en 2022.
El alza de la recaudación evitó que las cuentas se descuadraran en 2021 con un PIB menor del previsto. El reto es repetir en 2022.
La deuda es una pelota creciente, que equivale a un 122,1% del producto interior bruto (PIB) español. Los datos difundidos en agosto por el Banco de España elevan la cifra a 1,42 billones de euros. La foto que refleja es de junio, y en relación con el mismo mes del año pasado, el aumento ha sido del 10,4%. Las medidas para contrarrestar el impacto negativo de la pandemia han desbaratado la senda de reducción previa a marzo de 2020, aunque el ritmo al que crece la deuda parece haber alcanzado a un punto de inflexión.
La deuda, gran carga para los países pobres, ha aumentado con la pandemia. La moratoria acordada por el G20 no servirá para mejorar sus cuentas.
Keen desarrolla en este libro las tesis de Minsky, quien advirtió de que el capitalismo es inherentemente débil y proclive a 'booms' y depresiones.
Es la cuantía mínima en que aumentará el déficit público debido a que Abertis (ACS, de Florentino Pérez, y Atlantia) será compensada al vencer la concesión de la autopista AP-7 Tarragona-La Jonquera en agosto.
Los Estados disponen hoy de un enorme margen de endeudamiento y no dudan en utilizarlo. Es una locura, en opinión de los ortodoxos.
Cada vez más voces se manifiestan a favor de que el BCE y los bancos centrales nacionales anulen o conviertan en perpetua la deuda pública que tienen en sus manos. Hay miedo a que una subida de los tipos de interés provoque un colapso y se impongan recortes sociales similaresa los de la crisis anterior.
El aumento de la deuda pública a consecuencia de la actual pandemia y de la crisis bancaria de 2008 ha superado el 122% del producto interior bruto en España y el 206% en Grecia. La montaña de endeudamiento se ha agigantado también en Italia (156%) y Francia (117%). Son niveles desconocidos desde la Segunda Guerra Mundial que amenazan la financiación del estado de bienestar y desvirtúan por irreales las reglas europeas, que limitan la deuda pública al 60% del PIB.
Esta semana hemos asistido al rifirrafe europeo para decidir qué tipo de ayuda se concede a los países que van a tener que endeudarse para hacer frente a la crisis sanitaria y sus efectos económicos. Al final la noticia es que se dota un fondo de 540.000 millones de euros. Para alguien no ducho en economía o en cuestiones comunitarias el debate puede resultar esotérico. Si al final llega el dinero, qué más da. Pero la cuestión es más importante de lo que puede parecer a simple vista.
En el mar de incertidumbres en el que estamos, hay algo sobre lo que podemos estar bastante seguros: el aumento de la deuda. Especialmente, de la deuda pública generada por una caída de ingresos fiscales y un aumento del gasto público. Es totalmente necesario para impedir que la tragedia se convierta en catástrofe. Endeudarse es, de momento, la única opción realista. Lo malo es que después hay que ver cómo se paga.
La espiral de crisis y deuda complica el negocio bancario y obliga a elegir la respuesta: ¿menos bancos y grandes o más finanzas éticas?
Los científicos y los organismos internacionales no cesan de difundir informaciones cada vez más pesimistas sobre el impacto de la doble crisis sanitaria y económica. La segunda ola de la pandemia de covid-19 ya está aquí, frustrando las expectativas de una rápida recuperación. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha indicado que este año la economía española será la más castigada, con una reducción de la producción del 12,8% y un aumento del déficit y la deuda pública de hasta el 14,1% y el 123% del PIB, respectivamente.
Es uno de los resultados de las ciencias económicas oficiales, que sirvió en todo momento para apoyar la necesidad de políticas de austeridad presupuestaria: desde el mismo momento en que la deuda pública pasa un cierto umbral, el crecimiento de la economía sufre automáticamente.
El milagro económico alemán fue posible por la generosidad de EE UU y sus aliados para con la Alemania de posguerra.
¿Una deuda europea común? Ya nadie apostaba por ello. Pero la gravedad de la crisis la ha acabado haciendo posible, con la pareja franco-alemana como gran motor, junto a los países del sur y muy singularmente España, del histórico acuerdo de la UE el pasado 21 de julio, que no solo acordó movilizar una ingente cantidad de recursos a la reconstrucción, sino que supone un gran salto adelante en la construcción europea al financiar el fondo creado para ello, de 750.000 millones, con emisiones de deuda conjunta.
“¡Lo único que hay que hacer es anular las deudas!” Entre las numerosas ideas que se debaten para superar la crisis actual, surge con regularidad la de la anulación de las deudas públicas y privadas. Evidentemente, en algunos casos habrá que pasar por ello, pero es una herramienta muy delicada.
Es el porcentaje del producto interior bruto (PIB) al que equivaldrá la deuda que tendrá España como consecuencia de las medidas para hacer frente a la pandemia de covid-19, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para un banco, no supone igual riesgo tener deuda pública de una economía sólida que un préstamo personal. Por eso interesa ver la proporción de los activos una vez considerados los riesgos en relación con el total. A más riesgo, más capital debe reservar.
Entrevista a Sebastian Dullien, director del Instituto de Macroeconomía y Análisis de los Ciclos (IMK). Cada vez son más numerosas las voces alemanas que cuestionan la política de austeridad. No es seguro que ello baste para que las cosas cambien significativamente.
-0,02% es el tipo de interés que aceptaron, a mediados de junio, las entidades acreedoras a cambio de los títulos de deuda a 10 años del Estado francés. Debido a ello, mientras la deuda pública francesa va a rozar el 100% del PIB este año, su carga, es decir, el dinero que el Estado debe pagar cada año, va a seguir disminuyendo.
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