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El trilema del cambio climático

La industria supone un 28,2% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Descarbonizarla es un desafío técnico, económico y organizativo enorme, y debe abordarse con urgencia

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COP28

Fotografía
COP28 / Mahmoud Khaled

Reducir de manera significativa los Gases de Efecto Invernadero (GEI) para intentar disminuir (y si fuese posible neutralizar) el gran impacto que su emisión tiene sobre el cambio climático es imprescindible. Conseguirlo exige una transformación cultural de toda la sociedad. En el caso de la empresa industrial, además de la necesidad ecológica, los efectos de las emisiones de estos gases se están dando y aumentarán en los aspectos de productividad, competitividad y costes, y consiguientemente en la propia perdurabilidad de muchos proyectos empresariales.

Hoy día, la crisis climática ocupa los cinco primeros lugares del informe de riesgos del Foro Económico Mundial, por sus efectos ambientales, de salud, físicos concretos, y financieros.

Falta voluntad política

No obstante, en la cumbre del COP28, celebrada en Dubai entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre de 2023, la mayor parte de la opinión científica presente puso de manifiesto las dificultades de encontrar suficiente voluntad política y empresarial para reducir, en los tiempos necesarios, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la industria, especialmente las más vinculadas en la producción de todo tipo de combustibles fósiles.

La razón de esta resistencia es que la descarbonización de la industria es un desafío técnico y económico enorme, que requiere inversiones en nuevas tecnologías y procesos de producción, cambios en la organización y la cultura empresarial, y políticas públicas más exigentes con los cambios necesarios.

Pese a que los beneficios de la descarbonización de la industria son claros en la medida que puede crear nuevos empleos, mejorar la competitividad de las empresas y reducir los costes energéticos, es necesario acelerar los procesos para cumplir los objetivos fijados para los próximos años.

Ahora bien, aquí se nos presenta el trilema de la descarbonización en la industria. Para que haya desarrollo económico, hay que aumentar la energía al coste que sea, lo cual perjudica al entorno ambiental. Si se preserva el entorno apostando por el desarrollo, las energías actuales no lo posibilitarían. En síntesis, se hace muy difícil pensar cómo abordar la crisis que se nos avecina sin tener todas las herramientas necesarias para superar de manera rápida y efectiva los desafíos que presenta este nuevo contexto.

Genocidio climático

No se considera necesario ahora justificar la necesidad de atacar esta problemática. El caudal de agua de los ríos y pantanos, la progresiva y acelerada destrucción de la biodiversidad, o las inundaciones y otros desastres climáticos ya nos demuestran que estamos ante una catástrofe meteorológica, a la que también podríamos llamar genocidio climático (Lizoain, 2023) o Ecocidio (Broswimmer, 2005; Whyte, 2021).

La descarbonización de la industria es un problema complejo y atacarlo requiere una visión multi-referencial, ya que afecta a la producción, con tipologías muy diversas, a la movilidad de mercancías, a la construcción de los edificios, a los sistemas de distribución, etc. El objetivo es conducir el mundo de la industria en toda su cadena de valor hacia una reducción de las emisiones que afectarán a diversas estrategias de intervención, que tienen ritmos, contenidos, metodologías, recursos, normativas y costes muy diferentes dependiendo del aspecto que estamos tratando.  

Es obvio que, si no nos planteamos la descarbonización de la industria desde diversas perspectivas, se puede dar el caso que en realidad no se pueda avanzar lo suficiente y en los términos necesarios para poder llegar a las metas previstas en el 2030, 2035 2040 y para llegar a 0 emisiones en 2050.  

Las razones son bastante claras, pero el proceso es muy complejo y tiene diversos componentes que van desde procesos de captura de gases perniciosos, la electrificación a partir de energía renovable o nuevos combustibles renovables, la digitalización imprescindible para una gestión inteligente, los sistemas de regulación, homologación o factores legales para gestionar los procesos, y la propia gobernanza necesaria.

Y aún restan problemas muy importantes de resolver: la madurez tecnológica de los procesos requeridos para la descarbonización, los recursos humanos formados y concienciados de los retos, el modelo organizativo de las empresas, y los recursos en forma de financiación y fiscalidad necesaria.

La magnitud de los compromisos

Los retos son de una magnitud enorme y en este momento se hace imprescindible tomar medidas de gran calado para evitar los efectos ya identificados. Los compromisos de cumplimiento para 2050 son de una magnitud muy considerable y no parece que se estén tomando todas las medidas necesarias para superar las perspectivas que se presentan.

Para indicar unas magnitudes de la problemática en la Unión Europea, en 2021 la industria representó el 25,6% del consumo de energía final de la UE, y el 28,2% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Según las tipologías del origen, las principales fuentes de energía utilizadas por el sector industrial fueron el gas natural, el petróleo y el carbón. En 2021, el gas natural representó el 40,5% del consumo energético industrial, seguido del petróleo (30,9%) y el carbón (22,4%).

Además, el sector industrial es responsable de la emisión de una amplia gama de gases de efecto invernadero, incluidos el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). En 2021, el CO2 representó el 83,7% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector industrial, seguido del CH4 (11,9%) y el N2O (4,4%).

En ese marco la Unión Europea se ha comprometido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% en 2030 con respecto a los niveles de 1990. Para alcanzar este objetivo, es necesario reducir el consumo de energía de origen fósil en el sector industrial y aumentar el uso de energías renovables.

La descarbonización de la industria es uno de los objetivos que se han de conseguir en un tiempo relativamente corto en términos de lo que significa financiamiento, construcción, regulación, adaptación de las personas trabajadoras a nuevos sistemas de producción para evitar e intentar paliar las catastróficas consecuencias en términos de salud pública, desarrollo económico y conflictos sociales y ambientales.

 

La ayuda de la tecnología

El desarrollo de nuevas tecnologías para reducir las emisiones de GEI es una oportunidad importante para abordar otros problemas e inequidades ambientales y generar una nueva economía, también vinculada a transformación de subsectores en crisis (como los riesgos de la industria de la automoción) o de potenciación de la economía circular. Algunas medidas que se están tomando para reducir el consumo de energía del sector industrial incluyen:

  • La mejora de la eficiencia energética de los procesos productivos, así como la sustitución de equipos obsoletos por otros más eficientes.
  • La adopción urgente de las energías renovables, solar, eólica, hidráulica incluyendo la de bombeo y la geotérmica en tanto que energías limpias y sostenible que deben ser aprovechadas para descarbonizar la industria.

La investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para descarbonizar los procesos industriales intensivos en carbono que permitirían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero sin comprometer la productividad.

Este proceso requiere importante soporte y, por ende, las empresas que invierten en la descarbonización en tecnologías todavía no maduras deben ser incentivadas financieramente y/o fiscalmente. Esto ayudará a acelerar el proceso de descarbonización de la industria.

La transición a una economía baja en carbono requerirá la colaboración público – privada pivotada entre el sector industrial, el sector público y la ciudadanía, con una fuerte complicidad de los agentes sociales patronales y sindicatos.

Las prioridades serían significan trabajar en diversos vectores:

  • Sobre las emisiones relacionadas con el combustible de los procesos productivos que requieren procesos basados en altas temperaturas, que hoy día usan el gas como producto principal, y podrían ser sustituidas por el hidrógeno verde.
  • Sobre las emisiones para la generación de electricidad utilizada en instalaciones industriales tanto para la cogeneración como para el funcionamiento de las plantas industriales.
  • Las emisiones de procesos industriales no relacionadas con la energía de actividades industriales (emisiones directas de CO2 producto de transformaciones químicas en materiales que se procesan) que requieren una enorme cantidad de recursos para ser subsanadas, especialmente en los sectores cementero, petroquímico, etc.
  • Las emisiones del ciclo de vida de los productos manufacturados, es decir emisiones generadas en aspectos diversos del proceso, de los procesos de fabricación (cadena de suministro), del transporte, de la logística, de la distribución, de la venta y comercialización, etc.
  • El desarrollo de proyectos de economía circular es clave para investigar y aprovechar el carbono como recurso para nuevos procesos industriales, aún muy en fase experimental en proyectos de uso industrial en el que CO2 capturado se puede utilizar como materia prima para una variedad de productos industriales, como materiales de construcción.
  • El desarrollo e implementación de las medidas de captura, utilización y almacenamiento del carbono (CCUS), elemento clave para el tratamiento de los residuos que plantea.
  • El fomento de comunidades energéticas en polígonos industriales, con una atención específica a procesos de almacenamiento de excedentes o en horas bajas de consumo, que se dan de manera importante en los ámbitos territoriales de producción.

Estas líneas requieren hojas de ruta propias, que no serán ni homogéneas, ni homologables y, lamentablemente, con verdaderas dificultades de sincronización.

Participación de los trabajadores

Sin embargo, esto debe hacerse de una manera eficiente desde el punto de vista energético y con plena participación en la empresa del conjunto de los trabajadores. En este contexto, el papel de los comités de empresa y los sindicatos son cruciales para el desarrollo de los proyectos, así como un papel fundamental de los centros de investigación y excelencia, ya sean universitarios o de instituciones públicas, público – privadas o privadas.

Se han de controlar al máximo los riesgos de los procesos, así como combatir los subterfugios que algunas empresas del sector de las fósiles intentan aplicar para soslayar las responsabilidades y retos propuestos planteando una prolongación de los plazos. La magnitud del problema requiere posiciones decididas y comprometidas porque las pruebas y evidencias requiere una intervención responsable, perentoria y estratégica porque el reto necesita ser abordado y atacado de manera urgente.

 

Héctor Santcovsky es sociólogo y experto desarrollo económico sostenible.