Proton: la lucha de una empresa europea contra el capitalismo de la vigilancia
La compañía, lanzada por científicos del CERN gracias a una campaña de 'crowdfunding', ha hecho de la privacidad del correo electrónico su principal atractivo, sobre todo entre activistas, disidentes y periodistas
Un servicio de correo electrónico cifrado que usan más de 100 millones de personas en el mundo y una VPN con la que otras miles burlan la censura online en regímenes autoritarios son los dos principales productos de Proton, una empresa con base en Suiza, con valores europeos y fundada por un taiwanés criado en EE UU. Es un físico de partículas que dejó la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) para dedicarse a la privacidad, indignado por la deriva de Internet e instigado por las revelaciones de Edward Snowden sobre la vigilancia masiva del Gobierno estadounidense.
“En aquel momento me dije: 'La democracia no sobrevivirá sin privacidad”, recuerda Andy Yen, cofundador de Proton junto con otros investigadores del CERN que compartían la misma visión. A diferencia de muchas empresas tecnológicas, Proton no está dirigida por empresarios, inversores ni accionistas, sino por científicos. Esto ha sido crucial para mantenerse fieles a su misión de “hacer de Internet, y del mundo, un lugar mejor”, asegura Yen en entrevista con Alternativas económicas en el marco de Web Summit en Lisboa.
Renunciaron deliberadamente a la ruta más fácil (aceptar el dinero de grandes inversores y buscar valoraciones multimillonarias) porque su ambición, según el físico, no era aparecer en titulares ni figurar en listas como Forbes. En su lugar, eligieron empezar con un crowdfunding. “Esto es muy importante, porque el éxito de Proton no se lo debemos a los grandes capitales, sino a las personas. Mi única deuda es con ellas y con la sociedad”, apunta el físico.
Eludir la censura
Tener una cuenta de correo electrónico privada y segura es importante por muchos motivos. Uno de ellos es proteger la propia intimidad del rastreo y evitar la venta de nuestros datos a terceros, no solo para evitar miradas indiscretas o anuncios personalizados, sino para proteger un derecho humano básico como es el de la privacidad. “El correo electrónico es un registro de la vida de las personas, generalmente desde la adolescencia. Conversaciones, recibos de compras, tareas laborales, notas del médico… Todo está ahí”, afirma el director de Proton.
Hay más razones: el correo electrónico no es solo una herramienta de comunicación, es un pasaporte a Internet y el centro del aparato de vigilancia de las grandes tecnológicas. “Para proponer una alternativa a su negocio de recopilación de datos, es imprescindible un sistema de correo seguro”, dice Yen. Esto, añade, garantiza que ninguna organización ni tercero —ni las grandes tecnológicas, ni los cibercriminales, ni ningún gobierno— podrá leer, compartir, vender ni explotar los datos personales y confidenciales de los usuarios.
El sistema de VPN complementa este servicio. Una VPN es una red privada virtual que sirve para ocultar la dirección desde la que se accede al contenido online. La de Proton, dice Yen, fue creada con el propósito de eludir la censura online de los gobiernos autoritarios. “Estamos invirtiendo tiempo y recursos en tecnologías anticensura, que estamos proporcionando de forma gratuita en países que celebran elecciones este año y que tienen un historial de interferencia electoral”. Uno de ellos es Venezuela, donde miles de venezolanos usaron la VPN de la empresa suiza para esquivar el bloqueo de sitios web en plena campaña presidencial hace escasos meses, y que afectó a webs contra la desinformación, medios de comunicación, ONG y portales como Wikipedia.
“No se trata de ganar dinero, es simplemente lo correcto”, asegura el físico. Por supuesto, también hay malos actores que usan estos sistemas con fines delictivos. ¿Qué hace Proton cuando se le solicita que elimine o bloquee cuentas? “Esto queda a nuestra entera discreción y rechazamos las solicitudes de terceros que consideramos injustas”, dice. Considera justo cerrar cuentas que abusen de sus sistemas, incumplan los términos de servicio o actúen ilegalmente según la ley suiza, pero no aceptan solicitudes arbitrarias de bloquear a periodistas o activistas.
Alternativa a las ‘big tech’
Tanto periodistas como activistas y confidentes forman parte de la base de consumidores de Proton y, de hecho, fueron los primeros en usar sus servicios. Hoy, con millones de usuarios, tienen perfiles de todo tipo, aunque no tantos clientes corporativos. Estos últimos, según Yen, representan el 10% de los usuarios, “incluidas gran parte de las 500 empresas más importantes del mundo y muchos gobiernos, especialmente en Europa”.
Una de las claves de su crecimiento es que Proton es bastante fácil de usar. “No se pierde mucho en comparación con lo que ofrece Gmail”, asegura, en referencia al correo de Google (Alphabet). Y cada vez menos: además del correo electrónico cifrado y de la VPN, ofrecen un servicio de almacenamiento y edición en nube (Proton Drive), un administrador de contraseñas, un calendario privado y un sistema para crear un alias y ocultar tu dirección de email real cuando te das de alta en un servicio, completas un formulario o accedes a una red wifi.
La IA a favor de la privacidad
En camino hay otros productos, ahora en fase de pruebas, como una cartera para manejar criptomonedas bitcoin de forma segura, y herramientas basadas en inteligencia artificial (IA). Proton presume de ser pionera en un enfoque que aprovecha la IA para mejorar la privacidad, en lugar de seguir comprometiéndola, como asegura que hacen los actuales modelos de IA generativa comerciales.
“No vamos a esperar 15 o 20 años para darnos cuenta de que vamos en la dirección equivocada, como pasó con Internet”, señala Yen. Por eso, añade, están empezando a incorporar la IA en sus servicios, por ejemplo, con un asistente de escritura de emails “de código abierto, que no registra ninguna de tus indicaciones, ni comercia con tus datos, y que puede ejecutarse localmente en tu dispositivo”. Es una prueba, afirma, de que se puede hacer IA de forma diferente a la de Google, Microsoft o Meta.
El cofundador de Proton insiste en que todo se trata de valores. Por eso, recientemente decidieron crear una fundación de interés público como principal accionista de Proton, “para defender nuestros valores a largo plazo”. Es una forma de dar confianza a la comunidad frente a las dudas de qué pasaría si le sucede algo a Yen, o de si cambian sus prioridades, o si vendieran la empresa. La fundación, dice Yen, se financia con dinero de Proton y no pretenden recurrir a filántropos. “No podemos dejar que aparezca el Elon Musk de turno, ponga un montón de dinero y se haga cargo de ella”, ironiza.
El físico cree que es importante que Proton siga siendo una compañía con ánimo de lucro para no perder el incentivo de seguir innovando, y que su enfoque híbrido de gobernanza, con control mayoritario de la fundación, puede ser un ejemplo para otras organizaciones. “Necesitamos algo alternativo a todas estas empresas de tecnología que sirven a los intereses de los accionistas a expensas de la sociedad, un modelo alternativo que revierta esa dinámica”, afirma.
Los ingresos no lo son todo
Yen cree que aspirar a llenar Europa de empresas unicornio es erróneo. Por una parte, considera que es inapropiado juzgar el valor de una empresa únicamente en función de los ingresos que genera. ¿Qué hay del no maleficio y del beneficio para la sociedad? Por otro lado, sostiene que competir en unicornios con EE UU no tiene sentido. “Necesitamos redoblar la apuesta por los valores europeos y encontrar un camino diferente. Estamos cometiendo un suicidio económico al no hacer cumplir nuestras reglas y permitir que las empresas estadounidenses abusen de lo que Europa representa”. Defiende el valor de crear una compañía como Proton, que ha creado 500 puestos de trabajo (parte de ellos en Barcelona) “haciendo las cosas bien”.
El taiwanés también cree que la dicotomía entre regulación e innovación es una trampa. Es más, defiende que es necesario regular para innovar. Pone el ejemplo de China: “Han mantenido alejadas a las grandes empresas tecnológicas de Occidente, han defendido los mercados internos y han permitido desarrollar una fuerza industrial y tecnológica para competir a escala global. Como resultado, son la segunda economía tecnológica más fuerte del mundo”.
Europa, primero
El cofundador de Proton cree que el problema es que Europa no ha defendido sus mercados. “Estamos externalizando nuestra soberanía digital y nuestras capacidades tecnológicas a empresas estadounidenses y chinas que no tienen en mente los intereses europeos. Hemos vendido nuestro futuro a otros países”. Su mensaje a los responsables de las políticas europeas es que despierten. “No digo que nos convirtamos en populistas de derecha, pero igual que Trump repite eso de “EE UU primero”, ¿por qué no nosotros 'Europa primero'? Ni siquiera estamos jugando en igualdad de condiciones”, reivindica.
Yen cree que esto es así por miedo: por una mentalidad de que necesitamos que los estadounidenses nos protejan, que no podemos ir en su contra, que necesitamos su tecnología… Cree que es un temor justificado, pero también que hay que dar el paso, aunque implique un sacrificio inicial. “Tenemos el capital humano, la ambición y la capacidad de valernos por nosotros mismos. Si no lo hacemos, estamos condenados. Está en juego nuestro futuro económico y el de nuestros hijos y nietos”, concluye el director de Proton.