"Todes", vecindario y "compañer@s"
El Cervantes propone una guía no sexista que ve "natural" visibilizar a las mujeres, pero rechaza “lo artificioso".
¿Se puede hablar y escribir de forma inclusiva sin recargar en exceso los textos y sin violentar la gramática? Así lo defiende el Instituto Cervantes en su Guía de comunicación no sexista. Al margen de lo que se opine sobre este tema sensible, vale la pena consultar esta guía por sus múltiples ejemplos y sugerencias.
La madre del cordero es el uso genérico del masculino. Para entendernos: según la gramática, que se rige por el principio de economía lingüística, “cocineros” puede referirse a hombres que cocinan o englobar a personas de cualquier sexo que cocinan. Pero el genérico tiende a identificarse con el predominio de los varones y oculta a las mujeres. En este punto la guía no es taxativa. Ni recomienda suprimirlo sistemáticamente, ni emplearlo por fuerza. El contexto dice si el uso es sexista.
El Cervantes acepta los desdoblamientos y las formas concordadas, pero con moderación, para evitar frases como “los técnicos y las técnicas de esta empresa parecen habilidosos y habilidosas y cumplidores y cumplidoras”. Visibilizar a las mujeres y evitar la discriminación es “natural y aceptable”, mas añade: “lo artificial y artificioso es absolutamente rechazable”. La apuesta es cambiar el redactado, pero se alerta del abuso de sustituciones que alteran significados. No es lo mismo "los niños" que "la infancia".
Resulta interesante, y provocadora, la reflexión y autocrítica pública de la activista Teresa Maldonado en Hablemos claro, que carga contra la “inflación” de conceptos (tipo "cisheteropatriarcado”) y el abuso de frases hechas ("cadena de cuidados") de la jerga feminista. Critica el uso de signos gráficos (chic*s o “chic@s”) y considera un tanto excluyente el uso de la -e como genérico ("viejes" o "niñes". Aduce que si el cómo acaba tapando al qué, cuesta más seguir cambiando el mundo.
La desigualdad como construcción social
La tendencia histórica hacia una mayor igualdad ha sido posible gracias a revueltas, revoluciones y movilizaciones políticas a gran escala.
Una breve historia de la igualdad Thomas Piketty Deusto, 2021 294 páginas 18,95 euros |
Thomas Piketty lleva más de 25 años investigando sobre la desigualdad. El economista francés se ha convertido en un referente mundial por sus estudios sobre el capitalismo en obras como Capital e ideología (2019) y El capital del siglo XXI (2014). En su último libro, escrito con un estilo muy didáctico, sostiene que desde finales del siglo XVIII el progreso humano es una realidad. “Existe una evolución tendencial a lo largo de la historia hacia una mayor igualdad social, económica y política”, afirma. A su juicio, este avance social ha sido consecuencia de luchas y revueltas frente a la injusticia que han permitido transformar las relaciones de poder y derrocar las instituciones utilizadas por determinadas clases sociales en su propio beneficio.
El meollo del libro está en la consideración de que “la desigualdad es una construcción social, histórica y política”. Esto significa que para un mismo nivel de desarrollo económico hay múltiples formas de organizar un sistema social y político. En otras palabras, un sistema desigual puede modificarse mediante la implementación de instituciones más justas.
A pesar del avance general hacia la igualdad, el autor no presenta un análisis lineal de este camino. Advierte de que las luchas no son suficientes en sí mismas. “Son una condición necesaria para derrocar las instituciones y los poderes desigualitarios, pero, desgraciadamente, no son garantía de que las nuevas instituciones y poderes que los sustituyan sean siempre tan igualitarios y emancipadores como cabría esperar”. En este sentido, admite que el comunismo soviético permitió a los bolcheviques sustituir el régimen zarista por “Estado proletario” que logró considerables progresivos educativos, sanitarios e industriales al tiempo que contribuyó muy poderosamente a la derrota del nazismo. Igualmente, destaca que sin la URSS y el movimiento comunista internacional habría sido muy difícil que los dirigentes occidentales hubieran aceptado la Seguridad Social y la fiscalidad progresiva.
Pero el profesor francés recuerda también que el sistema de partido único, el rechazo de las elecciones y sindicatos condujeron a un regimen de opresión y encarcelamiento y a la aparición de una nueva forma de hipercapitalismo. Por esta razón, subraya la necesidad de aprender de los errores históricos y potenciar nuevos valores e instituciones como la igualdad jurídica, el sufragio universal y la democracia parlamentaria, la educación gratuita y obligatoria, el seguro de enfermedad universal, la fiscalidad progresiva y la libertad de prensa.
El autor aboga por un socialismo democrático y federal, descentralizado y participativo, ecológico y con mestizaje social, basado en el desarrollo del Estado social, el reparto del poder en las empresas, las reparaciones poscoloniales, la lucha contra la discriminación y la progresiva desmercantilización de la economía. Y expresa también su preocupación por el poder de los bancos centrales y su política monetaria, que, en su opinión, debe estar sujeta a un mayor control democrático: una tarea que no ve nada fácil.
La trampa de la informatización
Un libro sobre el peligro de que los algoritmos tomen decisiones por encima del criterio de las personas.
Este libro contiene los resultados de una investigación de campo sobre sistemas de ayuda a personas desfavorecidas en EE UU, pero sus conclusiones bien pueden extrapolarse a otros entornos; quizá también a los nuestros.
Se cede a sistemas informáticos gran parte del poder de decisión sobre servicios sociales que antes tomaban seres humanos, pero esos sistemas no son neutrales; heredan los valores y objetivos de quienes los contratan e implementan. Cuando su objetivo es racionalizar y hacer más eficientes los programas sociales, tratan a los solicitantes de ayuda más como posibles defraudadores que como personas con derecho a ser asistidas. Se convierten así en un muro entre la población pobre y sus derechos legales.
Hay una obvia asimetría de poder entre los solicitantes de asistencia y quienes administran los sistemas. Se obliga a los primeros a proporcionar todo tipo de información personal y familiar, pero no se impone a los administradores la obligación de transparencia acerca de los modelos y los algoritmos que deciden la elegibilidad de las personas que solicitan asistencia. Prevalece el criterio de que las decisiones informáticas son más neutrales y objetivas que las que tomarían los asistentes sociales. En consecuencia, el número de estos se reduce, en tanto que se presiona a los que permanecen para que sus decisiones se alineen con las del ordenador. Al incrustarse como elemento central del funcionamiento de las instituciones sustituyendo a personas, los sistemas informáticos desplazan a la empatía y a la política.
Muro: Los sistemas informáticos contribuyen a privar de sus derechos a muchos solicitantes de ayudas sociales en EE UU
La autora apunta también al riesgo de extender a la gestión de otros derechos el uso de sistemas automáticos apoyados en la recogida de datos personales. No lo menciona, pero el caso de los pasaportes covid puede bien ser un ejemplo.
Repensar el Estado
Mazzucato rememora el pensamiento griego, que consideraba un idiota a quien se ocupaba solo de los asuntos privados.
La economista Mariana Mazzucato propone un cambio radical para afrontar los desafíos económicos y sociales que es incapaz de resolver el sistema capitalista actual. En su libro más reciente, la catedrática de Economía de la Innovación del University College de Londres plantea repensar el rol de los Estados para recuperar su función social y el sentido del interés público.
Mazzucato sugiere sustituir la noción del papel de los gobiernos. En lugar de “solucionar, regular, redistribuir, corregir los mercados que funcionan mal”, propone que se orienten por misiones. El enfoque de las misiones implica que la economía política utilice la idea de propósito público para guiar las políticas y la actividad empresarial. En su opinión, “el propósito público debe ser un elemento fundamental en la manera de generar riqueza colectivamente”.
La estrategia basada en misiones “significa diseñar políticas que catalicen la inversión, la innovación y la colaboración entre una gran variedad de agentes económicos, involucrando tanto a las empresas como a los ciudadanos”. En definitiva, conformar antes el mercado y no corregir después. Es decir, se trata de plantear previamente “qué clase de mercados queremos en vez de qué problemas del mercado es necesario corregir”. Un enfoque basado en las misiones conlleva una nueva perspectiva: “lograr que la economía trabaje en favor de los objetivos de la sociedad, en lugar de que la sociedad trabaje para la economía, requiere invertir la forma en que se piensan los presupuestos”.
El cambio del capitalismo que plantea la profesora italoestadounidense apunta a unas nuevas relaciones entre el Gobierno, las empresas y la sociedad civil. La autora otorga especial relevancia al papel de la inversión pública y lamenta que el debate actual se centre en la deuda y el déficit. En este nuevo enfoque son relevantes sus propuestas para combatir la desigualdad a través de la predistribución, no solo mediante la redistribución. Para ello propugna “poner un énfasis mayor en los buenos empleos y las estructuras de propiedad colectivas —incluidos algunos recursos clave como los datos— en lugar de en lo habitual ex post mediante impuestos”.
Se trata de un nuevo concepto de lo público, que implica que el Gobierno no es el único actor. Mazzucato se inspira en el pensamiento clásico griego para retomar la noción de interés público. Recuerda que la filosofía política helena tenía un fuerte sentido del servicio público y del deber ciudadano de participar en los asuntos públicos. Eran unas ideas que conducían a pensar que “si solo te ocupabas del sector privado eras un idiota”.
Lograr que el capitalismo funcione de otra manera requiere, en su opinión, “reimaginar el pleno potencial de un sector público motivado por el propósito público, definiendo democráticamente objetivos claros que la sociedad debe cumplir mediante la inversión y la innovación conjuntas”. Desde esta perspectiva, propugna una participación más activa de las asociaciones de consumidores para compensar el poder de las grandes compañías y equilibrar el sistema.
Mentiras nada piadosas
Un manual útil para desterrar los bulos económicos que oímos a diario.
Juan Torres López refuta 10 mentiras o medias verdades que, con frecuencia, se nos presentan como dogmas por amplios sectores de la academia, algunos medios de comunicación y los partidos de la derecha. Son ideas que oímos prácticamente a diario y que tienen un impacto muy negativo en nuestras vidas. Un ejemplo: “El Estado es el problema porque el gasto público es dinero tirado”. Otro: “Para crear empleo hay que bajar los salarios”. Otro más: “El envejecimiento de la población hará imposible financiar las pensiones públicas”.
El autor, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, utiliza un lenguaje asequible para explicar que no hay nada inocente detrás de tanta patraña y que la política económica no suele guiarse por normas infalibles, sino por intereses particulares que buscan aquietar a la ciudadanía y perpetuar las desigualdades de renta.
Canto a la globalización
El autor de 'Progreso' vuelve a la carga con una defensa a muerte del libre comercio.
En el último año se han aplicado casi 1.700 medidas que ponen trabas al comercio, según la plataforma Global Trade Alert. Datos como este le provocarían urticaria a Johan Norberg, que en su nuevo libro, Abierto, identifica intercambio con progreso y prosperidad.
Miembro del think tank ultraliberal Cato Institute, el autor defiende una economía sin barreras. Tampoco es partidario de barreras a la inmigración, que, a menudo, recuerda, ha ayudado a levantar la economía de los países de acogida.
Apoyándose en los avances de la cultura fenicia, el mundo islámico, la China de la dinastía Song y la Revolución Industrial, Norberg entona un canto a la globalización (y contra los anti), en tono entusiasta y acrítico con aspectos como las desigualdades que acarrea. El pensador sueco aporta también datos para la reflexión. Subraya, por ejemplo, que Occidente nunca había producido tantos bienes manufacturados. ¿Por qué culpar al comercio de la desindustrialización?
Para Norberg, no hay que mantenerse alerta ante extranjeros ni enemigos exteriores, sino ante quienes “quieren sofocar nuestras libertades desde dentro”. Suena familiar.
Poderoso y tramposo don dinero
Guía para entender los canales de elusión y cómo cortarlos.
Parece mentira, pero el periodista de larga trayectoria Oliver Bullough describe exhaustivamente cómo funciona el mundo del dinero tramposo que se esconde del control público y aún conserva esperanza en que se puede combatir ese montaje. Por este libro desfilan muchos personajes detestables: políticos, financieros, empresarios y sátrapas de numerosos países. Que sean ladrones o tramposos, como los etiqueta Bullough, no implica que sean delincuentes: el andamiaje de la globalización permite muchas de sus tropelías.
John le Carré dijo del libro, publicado hace dos años en el mundo anglosajón: “Si quieres saber por qué los sinvergüenzas de todo el mundo y sus respetables consejeros financieros caminan con la cabeza bien alta mientras el resto de los mortales pagan impuestos, este es el libro ideal”.
El autor, que fue corresponsal en Rusia de la agencia Reuters, concluye que nunca será más fácil enfrentarse a Moneyland que hoy. Es difícil compartirlo tras leer su libro.
Autocrítica burguesa
Retrato hilarante de la clase de orden ante la ‘rauxa’ del ‘procés’.
El periodista Cristian Segura trata de explicar en este libro, escrito con el estilo irónico y ágil de sus crónicas en El País, la decadencia de la burguesía catalana y su evaporación, en tanto que elite que lidera la sociedad, durante el proceso independentista en Cataluña. Se trata de una autocrítica en toda regla, en la medida en que el autor utiliza como eje del relato sus propias vivencias personales y familiares dentro de la clase burguesa, nucleadas alrededor de una empresa de perfumes del siglo XIX que acabó siendo engullida por la globalización. La estupefacción del autor ante el hecho de que mucha gente de orden abrazara el camino de rauxa del independentismo —¡y hasta de la CUP!— en lugar de asumir la responsabilidad de lo que llama “pal de paller” e implicarse para frenarlo (y salvaguardar el patrimonio) da paso a un divertido y a ratos hilarante retrato de un mundo que, en su opinión, “se está extinguiendo”.
Justicia bajo las bombas
El Madrid de la Guerra Civil, en clave de género negro.
Las tropas de Franco bombardean sin conmiseración las navidades madrileñas de 1936, mientras un guardia de asalto anarquista investiga el asesinato a cuchilladas de una joven. Atrapado en un cargo policial en los peores tiempos para ello, Ramón Toral, tiene un aguzado sentido de la justicia, y es según su autor: «De la estirpe de los grandes detectives del género negro, pero con una causa». En el Madrid asediado, hambriento y asustado, una maestra libertaria busca justicia en lo que considera un crimen machista, y arrastra al peculiar detective, mientras este trata de solucionar la patata caliente que le ha pasado la Junta de Defensa: una falsificación de documentos, un agujero que permite asomarse a las tripas de la corrupción de la ciudad. Una novela de magnífico ritmo, que se acerca honestamente a una ideología tan maltratada como burdamente simplificada: el anarquismo.
La clave oculta de las emociones
Un intento de ampliar el foco del análisis académico convencional.
El último trabajo de Fernando Trías de Bes, economista formado en Esade y Michigan, es Una historia diferente del mundo. Lo subtitula Cómo las emociones y los instintos determinan el funcionamiento y el devenir de la humanidad porque la razón de ser del libro es mostrar que los sentimientos y las emociones, habitualmente dejados de lado en los estudios formales “serios”, determinan la organización de las sociedades.
El autor considera que los inventos sociales con los que funciona el mundo surgieron de las conductas, las emociones y los instintos que mueven a las personas y que “subyacen, explican y determinan nuestro funcionamiento y devenir”. Las reduce a 10: ansia de poder, libertad, corrupción, miedo a perder, confianza, guerra, seguridad, especulación, afán de control y respuesta a incentivos. Acabó de escribir el libro en abril, en plena pandemia, lo que le lleva a añadir un elemento: la fragilidad del ser humano. Y en el futuro que intuye, que espera alejado del comunismo, ve a la humanidad sujeta a lo impredecible de la vida, un hecho que, a su entender, “es lo que la hace hermosa”.