La segunda vida del tren
Un ‘boom’ de nuevos proyectos en toda Europa rescata el ferrocarril y lo sitúa como el eje de la nueva movilidad frente a la emergencia climática
El cierre, en 2009, de la mítica línea ferroviaria Orient Express, que desde 1883 cruzaba Europa de punta a punta, de París a Estambul, parecía destinado a convertirse en uno de esos acontecimientos tan del agrado de los historiadores para marcar cambios de etapa: uno de los grandes símbolos de la revolución industrial del siglo XIX perecía finalmente, tras una larga decadencia —en los últimos años, la ruta ya se limitaba a unir Estrasburgo con Viena— frente al inexorable avance de la modernidad, que en los albores del siglo XXI colocaba el tren en el mundo de ayer y poblaba su nuevo imaginario con vehículos de gran cilindrada y aviones low-cost.
Pero la historia, como la vida, a veces te da sorpresas, como diría Pedro Navaja: resulta que en la década de 2020 el supuesto moribundo está muy vivo; y hasta con un gran futuro por delante.
A pesar de que el cambio climático era ya en la década de 2000 una realidad asumida por la comunidad científica, no ha sido hasta estos últimos años cuando las autoridades han empezado a interiorizarla de verdad, una vez que los efectos son evidentes en el día a día. Y es...