Europa sin euros // La política del euro
Unión Europea: Una visión crítica, pero con soluciones constructivas, a la crisis del euro.
Unión Europea: Una visión crítica, pero con soluciones constructivas, a la crisis del euro.
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Europa sin euros David Marsh RBA, 2014 170 páginas. Precio: 16 € |
A pesar de título, David Marsh ha escrito un libro sobre política, la política del euro. Este periodista británico, formado como químico en Oxford, es posiblemente uno de los mejores conocedores de las vicisitudes de la moneda única, sobre la que ya escribió un libro de referencia en 1994.
David Marsh recuerda que Europa se embarcó en el experimento de la unión monetaria en aras de la unidad y con el objetivo de reducir el poder de Alemania tras su reunificación. En su opinión, el resultado ha sido el contrario del buscado porque “Alemania tiene actualmente mayor peso que nadie en la política y la economía europeas”.
En Europa se ha reprochado a los críticos del euro que no comprendían que la unión monetaria era un proyecto político que iba mucho más allá de sus objetivos económicos. Precisamente lo que cuestiona Marsh es la falta de convicción política de los líderes. En este sentido afirma: “El euro es un proyecto manifiestamente político. Esto hace que sean más alarmantes aún las deficiencias demostradas por la clase política alemana y europea”.
Marsh acaba con una propuesta muy constructiva: un plan de diez puntos “para un mejor sostenimiento del bloque a largo plazo”; dar pasos vinculantes hacia una unión política; imponer desde Europa un control centralizado de los presupuestos públicos; transformar el BCE para que sus dueños sean los gobiernos; introducir mecanismos de recaudación directa por parte de la UE; fijar procedimientos de ingreso y salida de la unión monetaria; no admitir ningún nuevo Estado en la unión monetaria hasta la aprobación de los procedimientos citados; introducir los eurobonos; mejorar el reparto de responsabilidades entre los países con superávit y los que tienen déficit por cuenta corriente, poner en marcha flujos de ayuda financiera a los países rezagados e implantar la unión bancaria a fondo.
Sense treva // El arranque de Colau
Política municipal: Los primeros cien días de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona no fueron precisamente cien días de gracia.
Política municipal: Los primeros cien días de Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona no fueron precisamente cien días de gracia.
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Sense treva Xavier Fina Pòrtic, 2015 207 páginas Precio: 14 € |
El analista de políticas culturales Xavier Fina se acerca al improvisado, por inesperado, estreno político “sin tregua” de la alcaldesa en un libro que, pese a contener crítica, no llega a tirar con bala. El autor se descara: está escrito desde la empatía, por un ciudadano de “los que queremos que [Colau] salga adelante”, y además con tendencia a defender “causas perdidas”. Como la causa perdida ha triunfado, Fina no renuncia a la ironía, el sentido del humor, los juicios de valor y alguna reprimenda ante medidas efectistas para mantener “la tensión y la atención” que en su opinión han eclipsado temas de calado. Como la polvareda por la retirada del busto del rey emérito Juan Carlos del salón de plenos del Ayuntamiento cuando tocaba poner los focos en la moratoria turística o la pobreza.
El oprobio del hambre // Dar cuanto y donde digan los más ricos
Filantrocapitalismo: En una misma habitación, unos buscan soluciones con la mano derecha a problemas originados por otros, también presentes, con la izquierda.
Filantrocapitalismo: En una misma habitación, unos buscan soluciones con la mano derecha a problemas originados por otros, también presentes, con la izquierda.
La afirmación corresponde a Peter Buffett, hijo del inversor y filántropo Warren Buffett, a raíz de su experiencia en un montón de puestos de responsabilidad en fundaciones y entidades dedicadas a mejorar el mundo en las que se mezclan gobiernos, inversores, empresarios, científicos... David Rieff recoge el parecer de Buffett júnior en El oprobio del hambre, un libro que, por muchos equilibrios y pronunciamientos respetuosos sobre “las buenas intenciones” de millonarios que donan buena parte de sus fortunas a causas diversas, no deja de cuestionar la creciente subcontratación de los más ricos por parte de gobiernos y de agencias de la ONU con el fin de que resuelvan problemas globales como el hambre o la erradicación de enfermedades.
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El oprobio del hambre David Rieff Taurus, 2016 430 páginas Precio: 22,70 € |
Rieff, analista, crítico y periodista político, no parece muy preocupado por hacer amigos en un libro especialmente critico con lo que llama “optimismo acrítico”, que rodea la actividad de filantrocapitalistas como Bill y Melinda Gates. El autor compara con el “totalitarismo de Castro” la actitud del fundador de Microsoft cada vez que éste desacredita las voces que cuestionan el alineamiento de intereses corporativos y hasta comerciales con fines activistas. Un caso podría ser la transformación de los sistemas agrícolas del mundo (más de la mitad del mercado de semillas está controlado por los gigantes Montsanto, Syngenta y Dupont) o la cruzada contra el hambre favorable a los cultivos transgénicos... La Fundación Gates es accionista de Monsanto.
La elusión fiscal por parte de grandes compañías como Apple o Google, y la trayectoria antisindical de pesos pesados de la distribución como WallMart (un fondo soberano noruego dejó de invertir en la empresa por su política laboral), son también blanco de las críticas de Rieff cuando se trata de compañías apreciadas por su apoyo a causas varias. El oprobio del hambre rechaza la ayuda indiscriminada canalizada por agencias internacionales y fundaciones de donantes a gobiernos faltos de credenciales democráticas (Ruanda o Etiopía).
La cuestión de fondo es siempre la misma: mejor que exista ayuda a que no exista, claro, pero cuando son los poderosos quienes eligen (a discreción y con frialdad tecnocrática) sus obligaciones sociales, su cuantia, su duración, guiadas siempre por la innovación, y sin que se acepte crítica alguna, algo no funciona.
¿La alternativa? Rieff recupera la importancia del Estado y las políticas públicas y democráticas. Aunque concreta poco en las soluciones, cualquier interesado en ayuda humanitaria debería leer este libro.
Los Tyrakis // La doble tragedia griega
Crónica de una familia para explicar la crisis griega.
Crónica de una familia para explicar la crisis griega.
Hay que vivir de cerca el sufrimiento que se ha infligido al pueblo griego para calibrar la ceguera que ha llevado a Europa a cometer tan graves errores en ese país. Las estadísticas resultan completamente insuficientes para comprender hasta qué punto se ha destruido un país y hasta qué punto sus ciudadanos han resistido con dignidad. Y hasta qué punto, después de todas las calamidades, los griegos han ofrecido su total solidaridad a más de un millón de refugiados sirios, afganos, iraquíes, kurdos, eritreos, somalíes o ceilaneses que han llegado a sus costas en un año.
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Los Tyrakis Ana R. Cañil y Joaquín Estefanía Editorial Galaxia Gutenberg 224 páginas 2016. Precio: 18,90 € |
Ana R. Cañil y Joaquín Estefanía se han sumergido en la vida de los griegos para tratar de entender qué había ocurrido en aquel país. Pronto quedaron atrapados por la familia de los Tykaris y vieron en los miembros de ésta a los mejores testigos para explicar qué han supuesto para los griegos las últimas crisis que han padecido, la económica que estalló en 2009 y la de los refugiados en 2014. Su libro, una mezcla equilibrada de análisis y crónicas testimoniales, ha logrado una explicación más comprensible de la tragedia que vive el país. Como apuntan los autores: “Grecia ha sido el único país del mundo cuya crisis económica en la segunda década del siglo XXI ha superado en profundidad a la de Estados Unidos en la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado”.
El relato de la sufrida familia de los Tyrakis simboliza la historia colectiva del pueblo griego. Se trata de una familia que se ha mantenido unida gracias a la resistencia de la madre, Penélope; una mujer que hoy tiene ochenta y cinco años, que siempre ha sido pobre, que ha criado a sus 10 hijos y a los que ha adoptado, que ha soportado los malos tratos de un marido, y que es capaz de escribir una redacción para su hija sobre las diferencias entre Platón y Sócrates, gracias al esfuerzo que como autodidacta realizó cuando trabajaba en una imprenta. Esta mujer a veces recuerda a otra heroína, la Pelagia de La madre, de Gorki.
La conmovedora y analítica crónica que escriben Cañil y Estefanía es la de de unos griegos, particularmente la de los habitantes de Creta, como los Tyrakis, cuya vida ha estado marcada por una serie encadenada de atrocidades: primero la brutalidad de la ocupación nazi (1941-1945), seguida de la guerra civil (1941-1950) ,y finalmente la dictadura militar de los coroneles (1967-1974). La crisis actual no se puede entender sin hacer referencia a este pasado al que los personajes remiten continuamente y que en Bruselas no se pueden imaginar. En todos estos relatos, la palabra hambre es la que más aparece en el relato. Pasa hambre Penélope cuando la ocupación nazi y bajo la dictadura, pero vuelve a pasar hambre también su hija Dina en 1990. Y todas ellas aprenden que de esto no se debe hablar aunque les revienten las entrañas porque hambre “es una palabra fea”. Una palabra que también se calla en la crisis actual.
“Grecia ha sido el único país del mundo cuya crisis económica en la segunda década del siglo XXI ha superado en profundidad a la de Estados Unidos en la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado”
Son unos personajes que se levantan a las cuatro y media de la madrugada para trabajar y se indignan cuando los dirigentes alemanes y europeos les acusan de “haber vivido por encima de sus posibilidades”.
Los griegos empezaron a respirar a mediados de los años noventa, pero en 2009 el mundo se les vino de nuevo encima. Entonces llegó la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y en lugar de alivio y medicina les “echó sal en la herida”. Yannis, un hijo de la estirpe, no acierta a entender lo que les ha ocurrido. “Lo que ha pasado no lo esperaba nadie. Tampoco sabemos de dónde vino todo eso. Si vino de Lehman Brothers cuando reventó en 2008. Empezó en Estados Unidos y no teníamos ninguna relación. Creímos que no nos iba a afectar porque Grecia no tenía nada que ver con Lehman Brothers”.
Los autores se preguntan: “¿Es irrelevante a quién elijan los ciudadanos? ¿Es el euro compatible con el modelo social europeo?”. Sostienen que “el euro ha sido el proyecto político más importante de la UE, por cuanto ha supuesto una enorme cesión de soberanía nacional en el bien entendido de que traería bienestar a los ciudadanos. Cuando ello no ocurre —porque el plan ha estado mal diseñado y es incompleto o porque se cede soberanía a personas o entes que no han sido elegidos en primera instancia, que no dan cuenta de sus actividades y, por tanto, los ciudadanos los perciben con menor legitimidad democrática o más alejados de sus intereses—, se reabren en carne viva las cuestiones de fondo”.
Cañil y Estefanía plantean la idea de que quizá “Europa es un Estado fallido”. A la vista de los hechos, creen que “el papel de la Unión Europea en los grandes problemas, en las grandes tragedias no sólo económicas, deja mucho que desear”. Piensan que el Viejo Continente no estaba preparado para tales dificultades. La realidad es que Europa está saliendo con mucho más retraso de la crisis que Estados Unidos, con unas cifras de desempleo muy alto y con problemas de legitimidad en la toma de decisiones. “Su manifestación más explícita”, señalan, ”se ha dado precisamente en Grecia, cuyos habitantes votaron mayoritariamente por dos veces seguidas a un Gobierno de izquierda radical (eso significa Syriza) para que se resistiera a las políticas de austeridad implantadas desde Bruselas y que ha tenido escaso éxito en ello, lo que ha generado una desafección monumental”.
El Diluvio // Diario popular de Barcelona
Periodismo: Gil Toll recupera la memoria del periodismo republicano.
Periodismo: Gil Toll recupera la memoria del periodismo republicano.
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El Diluvio Gil Toll (editor) Carena, 2016 260 páginas. Precio: 16 € |
La victoria del franquismo supuso no sólo el cierre de los diarios republicanos, sino en la práctica algo peor, que la democracia jamás remediaría: casi fueron borrados de la historia, como si nunca hubieran existido. Afortunadamente, el periodista Gil Toll está realizando en los últimos años una tarea titánica de recuperación de la memoria de sus cabeceras de referencia; primero, con la biografía de Heraldo de Madrid y ahora con el periódico de referencia de las clases trabajadoras de Barcelona hasta 1939, El Diluvio, una memoria incómoda también para el nacionalismo pese a su relación con Lluís Companys. Toll recupera textos inéditos de su último director, Jaime Claramunt, y su segundo, Frederic Pujolà, que ayudan, por fin, a acabar al menos con el increíble olvido.
Mr. Smith y el paraíso // Introducción ingeniosa
Economía: Un recorrido por la historia del pensamiento económico; ameno pero sesgado.
Economía: Un recorrido por la historia del pensamiento económico; ameno pero sesgado.
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Mr. Smith y el paraíso Georg von Wallwitz Acantilado, 2016 236 páginas. Precio: 14€ |
Georg von Wallwitz (Múnich, 1968) es un gestor de fondos de inversión con un perfil poco común, con formación en matemáticas, pero también en filosofía. Esta singularidad produjo un libro breve que es una pequeña joya, Ulises y la comadreja, una divertida y amena introducción al funcionamiento de los mercados financieros para profanos, y ahora repite la jugada con la historia del pensamiento económico, de Voltaire a Schumpeter. El resultado es también interesante, pero menos especial. De entrada, porque esta mirada enciclopedista y hasta filosófica es una rareza en la literatura sobre los mercados financieros, pero de ninguna manera en la historia del pensamiento económico. Pero también porque el autor demuestra un conocimiento de la tradición neoclásica —la suya— muy superior a la del mundo de la economía crítica, con filias y fobias demasiado a la intemperie y líneas tan arriesgadas como considerar a Bakunin como precedente del Tea Party y concluir que “el bienestar goza de una excelente salud”.
Banco de Alimentos ¿Combatir el hambre con las sobras? // Un lavado de cara
Banco de alimentos: Aparentemente, quienes consumimos somos responsables del desperdicio alimentario. Esto no es exactamente así.
Banco de alimentos: Aparentemente, quienes consumimos somos responsables del desperdicio alimentario. Esto no es exactamente así.
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Banco de Alimentos ¿Combatir el hambre con las sobras? X. Montagut. J. Gascón Icaria, 2016 87 páginas. Precio: 9 € |
A veces, lo aparentemente bueno puede producir el efecto contrario del que busca. Esta es la premisa que los autores toman para hacer una crítica al Banco de Alimentos, que tildan de “lavado de cara” de empresas, y un sistema, que produce lo que en teoría combate.
Los autores buscan, primero, en el sistema agroindustrial que produce el hambre (aunque sus impulsores dicen que lo combate) y que pone en manos de grandes transnacionales la tierra y la producción de alimentos. Cuenta cómo ese sistema, con las grandes superficies de compra como principales canales de distribución, son responsables de la mayor parte del desperdicio alimentario, desde la cosecha, la pérdida en el transporte y el desecho de frutas o verduras “imperfectas”.
Una aclaración importante, que dan al final del libro, es que los impulsores del Banco de Alimentos son los mismos dueños de esas grandes superficies y esas pocas corporaciones de la industria alimentaria.
Los grandes supermercados forman parte del Banco de Alimentos y movilizan a 20.000 personas voluntarias que piden en la puerta del supermercado que la gente compre más para donar. Esos mismos establecimientos tiran a la basura una buena parte de la producción, ya sea porque no quieren mostrar la fruta o verdura con defectos, o porque tiran lo que está a punto de caducar y lo que tiene vencida la “fecha de consumo preferente” (algo distinto que la fecha de caducidad: los productos no están en proceso de pudrirse, sino que comienzan a perder propiedades vitamínicas). Además, la mayor parte de lo que da el Banco de Alimentos, procede de subvenciones de la UE, que se podrían dedicar a otras acciones.
Los autores recomiendan, como políticas públicas, huertos comunitarios y otro tipo de trabajo donde la gente pobre pueda participar en su mejora, en vez de recibir pasivamente y deprimirse.
Salvar los medios de comunicación // Cómo financiar el periodismo
Periodismo: Una propuesta para blindar la independencia de los medios.
Periodismo: Una propuesta para blindar la independencia de los medios.
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Salvar los medios de comunicación Julia Cagé Anagrama, 2016 137 páginas Precio: 14,90 € |
La crisis ha dejado a los medios de comunicación en los huesos y esta pésima noticia trasciende a los periodistas en la medida en que los Estados liberales necesitan una prensa vibrante que controle al poder para ser dignos de este nombre. Los periodistas llevan años enzarzados en el pulso papel-digital, cuando lo relevante es cómo tener medios rentables que impulsen el periodismo independiente, sea en el formato que sea. El libro de Julia Cagé resitúa el debate hacia este aspecto crucial, ahora que es evidente que la utopía digital garantiza la creación de medios pero no su solvencia económica (al margen de los anunciantes del Ibex) y que la filantropía difícilmente puede ser una buena alternativa: ¿el Cuarto Poder a merced de la buena voluntad de un rico? Cagé sugiere una fórmula interesante —la “sociedad de comunicación sin ánimo de lucro”—, que debería servir al menos para abrir el debate en serio.
Rutas sin mapa // Transición y peligro ‘ecofascista’ a la vista
Poscapitalismo: Con un horizonte temporal límite para la acción colectiva, el Premio Catarata de Ensayo pide abrazar la imperativa transición socioecológica. Un camino con riesgos, como el ecofascismo.
Poscapitalismo: Con un horizonte temporal límite para la acción colectiva, el Premio Catarata de Ensayo pide abrazar la imperativa transición socioecológica. Un camino con riesgos, como el ecofascismo.
He aquí la descripción de nuestro actual delirio consumista, en pleno colapso capitalista, en palabras de Emilio Santiago Muíño en Rutas sin mapa: “Una sociedad que considera un derecho adquirido comer langostinos en Navidad o irse un fin de semana a Londres a ver un concierto, una sociedad que protesta porque se reduce en 10 km por hora el límite de velocidad en autopista es una sociedad muy poco preparada humanamente para la escasez que nos viene encima”.
El autor propone un salto al ecosocialismo libertario que logre encontrar “una aventura excitante” en una vida marcada por la austeridad en el consumo de energía y materiales. El libro admite la dificultad de entusiasmar con propuestas de corte decrecionista, pero desde lo que autodenomina “pragmatismo utópico” celebra la búsqueda de nuevas formas de riqueza (cooperativismo, autogestión de la comunidad, bancos de tiempo, monedas sociales) y una aspiración a la abundancia en tiempo, en relaciones sociales y en vidas con sentido.
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Rutas sin mapa Emilio Santiago Muíño Catarata, 2016 143 páginas Precio: 15 € |
El peligro del ecofascismo al que alude este joven antropólogo en su libro se dibuja en más de un sentido. De entrada, enganchadas como están nuestras vidas al sobreconsumo y la energía sucia y barata, no hay que descartar que hagamos cualquier cosa para no renunciar a ellas y que acabemos en islas superprotegidas donde el despilfarro siga siendo posible a costa de la favelización del resto del mundo. Otra derivada posible sería una pelea brutal entre Estados competidores cuyas élites diesen un golpe para controlar los últimos recursos del planeta y cuya economía se encontrara forzosamente intervenida.
Emilio Santiago Muíño alerta del expandido analfabetismo ecológico existente, y no salva precisamente a los partidos, tampoco a los de izquierdas, de no efectuar grandes esfuerzos por hacer más evidente ante la opinión pública la gravedad del problema ni advertir sobre la necesidad de avanzar hacia un nuevo patrón civilizatorio basado en una economía altamente socializada regida por principios cooperativos.
Una advertencia que atraviesa el libro es la trampa en la que debería evitar caer el poscapitalismo del siglo XXI: la de la megamáquina (por citar la idea de Mumford, que a lude a sociedades sin capacidad de ser dueñas de sus actos, sin resquicios de libertad) sin posible autocrítica en la que incurrió el socialismo en el siglo XX. Rutas sin mapa, un libro breve de contenido enorme, traza, en efecto, numerosas rutas, no tanto para salvar el planeta como para salvarnos a nosotros mismos y a las criaturas vivas que nos acompañan.
Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro // Poscapitalismo: ¿Una utopía1?
Paul Mason, articulista frecuente en The Guardian, ha escrito un libro fascinante y necesario. Pero a la vez, fallido.
Paul Mason, articulista frecuente en The Guardian, ha escrito un libro fascinante y necesario. Pero a la vez, fallido.
La tesis central del libro, con la que muchos lectores estarán de acuerdo, es que el capitalismo ya ha dado de sí lo mejor que puede dar. Es, pues, el momento de buscarle un sustituto. Para Mason, este no sería el comunismo, como Karl Marx había pronosticado, sino lo que el autor bautiza como “poscapitalismo”.
Mason describe de forma atractiva y comprensible el porqué de su diagnóstico (los límites del capitalismo) y los qués de un futuro alternativo (el poscapitalismo). Pero fracasa al esbozar una propuesta de actuación; el libro se queda corto, y mucho, en cómo hacer realidad el futuro que dibuja.
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Postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro Paul Mason Paidós, 2016 432 páginas. Precio: 23,50 € |
El autor señala correctamente que la expansión del uso de las tecnologías de la información y de sus prestaciones pone en cuestión muchos de los mecanismos de mercado de una economía menos informacionalizada. Menciona ejemplos bien conocidos. Abundan plataformas que, gracias a la aportación de millones de usuarios, permiten acceder de forma gratuita a todo tipo de contenidos que antes tenían un precio. Otros mecanismos de colaboración permiten producir y ofrecer también de forma gratuita productos (como Wikipedia o el software libre) con cualidades comparables o mejores que los tradicionales. Proliferan, además, plataformas de consumo colaborativo mediante las cuales los individuos intercambian el acceso a todo tipo de bienes, desde apartamentos hasta vehículos, no siempre por un precio.
El uso extensivo de las tecnologías afecta también a la organización del trabajo. Hay una evidencia clara de que la doctrina y las prácticas de la economía neoliberal han propiciado que los réditos de los aumentos de productividad asociados a mejoras en los mecanismos de producción han revertido más en beneficios para el capital que para los trabajadores.
A pesar de ello, y a diferencia de lo acontecido en otras etapas de discontinuidad tecnológica, la erosión de las condiciones laborales no ha encontrado una resistencia comparable por parte de las organizaciones de los trabajadores. La afiliación y la influencia de los sindicatos disminuye en los países avanzados, en una tendencia que hoy por hoy parece imparable. Más bien al contrario, el sistema propone, cuando no impone, el arquetipo del emprendedor, al que responsabiliza de generar un trabajo que el propio sistema no ofrece, al tiempo que ensalza el ideal de un trabajo autónomo, con clientes en lugar de jefes, que permitiría a cada cual organizar a su gusto su tiempo y su actividad. Más aún en una época en que muchos los medios de producción informacionales (desde los ordenadores hasta los robots, pasando por las impresoras 3D) están cada vez más al alcance de cualquiera con la preparación suficiente para utilizarlos.
En sus (pocos) 250 años de historia, el capitalismo ha sobrevivido a base de crear nuevos mercados, nuevas necesidades y puestos de trabajo lo suficientemente bien pagados para generar una demanda acorde. Este esquema parece haberse agotado. Los mercados financieros procesan cada día miles de millones de euros que prefieren invertir en productos financieros más que en modos de producción. La automatización reduce a la vez tanto los costes de muchos productos y servicios como la mano (o el cerebro) de obra necesaria para producirlos. Las plataformas colaborativas incentivan el crecimiento de producción y consumo al margen de los mecanismos convencionales de mercado. Resulta plausible que, como argumenta el autor, sea necesario un poscapitalismo que sustituya a un capitalismo neoliberal que no se puede ya adaptar al cambio tecnológico.
UN AUTOR OPTIMISTA: En las redes sociales se ve que el nuevo individuo educado y conectado creado por el 'infocapitalismo' demuestra más la indignación contra algo que la pericia para construir un nuevo orden social
Pero a partir de ahí el autor se encalla. Apunta a que el infocapitalismo ha creado un nuevo potencial agente de cambio: el individuo educado y conectado, que no se resignará a la oferta de estancamiento económico y al aumento de la desigualdad que el sistema parece limitado a ofrecer. Un individuo que buscará, pues, alternativas a través de la colaboración entre iguales, al margen de las jerarquías y los mecanismos de mercado convencionales.
Me temo, sin embargo, que el autor peca ahí de optimismo. Es legítimo que proponga una utopía, porque las ciudades y mansiones con las que sueña la gente son aquellas que finalmente habita (Lewis Mumford). Pero, como se observa en las redes sociales, este individuo educado y conectado que habría de ser el arquitecto y constructor del futuro se comporta también con un individualismo (y/o narcisismo) desmesurado. Y a menudo, cuando se organiza en un movimiento en red, demuestra más la indignación contra algo, que se agota en sí misma, que la pericia necesaria para construir los mimbres un nuevo orden social.
Hay por ello quien argumenta que el libro de Mason muestra, más que los límites del capitalismo, los de las políticas de la nueva y vieja izquierda. Es cruel, pero no del todo falso.