La escalada de precios se ceba en la población más vulnerable en un país de bajos salarios donde el poder de compra real llevaba dos décadas estancado.
Para fijar la cuantía adecuada del salario mínimo en un país hay una referencia internacional: un porcentaje del salario mediano del país (60%) y el 50% del salario medio. Pero el dinero resultante no siempre permite cubrir los gastos necesarios para vivir dignamente.
La Reserva Federal retira los estímulos a la economía estadounidense antes de lo previsto ante el avance de la inflación. Las consecuencias son imprevisibles.
El 2 de diciembre el Congreso de los Diputados aprobó el Proyecto de Ley de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones.
Incluso después de ajustar a los respectivos niveles de vida las diferencias entre los salarios mínimos de los distintos países, la distancia que persiste entre lo que se considera un listón mínimo para una vida digna es muy elevada, también en la UE.
Se crean empleos, los precios siguen moderados, suben los índices de confianza y la concesión de créditos para compras... ¿Cómo es posible que el consumo vuelva a sonreír, con los salarios diezmados? La desigualdad explica la paradoja.