Tareas urgentes (de ayer y hoy) para el nuevo Gobierno
Del acceso a la vivienda a la brecha de desigualdad, pasando por la pobreza laboral, la adquisición de competencias digitales y la descarbonización
Del acceso a la vivienda a la brecha de desigualdad, pasando por la pobreza laboral, la adquisición de competencias digitales y la descarbonización
El sacrificio de los asalariados ha contribuido a frenar la espiral inflacionaria en España. Ahora toca compensarlo.
Para fijar la cuantía adecuada del salario mínimo en un país hay una referencia internacional: un porcentaje del salario mediano del país (60%) y el 50% del salario medio. Pero el dinero resultante no siempre permite cubrir los gastos necesarios para vivir dignamente.
La escalada de precios se ceba en la población más vulnerable en un país de bajos salarios donde el poder de compra real llevaba dos décadas estancado.
La Reserva Federal retira los estímulos a la economía estadounidense antes de lo previsto ante el avance de la inflación. Las consecuencias son imprevisibles.
El 2 de diciembre el Congreso de los Diputados aprobó el Proyecto de Ley de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones.
La pandemia ha frenado en seco la subida de las retribuciones, que en 2020 registraron su mayor retroceso en medio siglo.
Si se le resta el aumento de los precios, que reduce la capacidad adquisitiva de la gente, los españoles ganan hoy un 0,3% menos que hace una década.
Incluso después de ajustar a los respectivos niveles de vida las diferencias entre los salarios mínimos de los distintos países, la distancia que persiste entre lo que se considera un listón mínimo para una vida digna es muy elevada, también en la UE.
Superada la peor crisis económica de la democracia, ha llegado el momento de que los trabajadores recuperen el poder adquisitivo perdido. La estabilidad política y social está en juego
Se crean empleos, los precios siguen moderados, suben los índices de confianza y la concesión de créditos para compras... ¿Cómo es posible que el consumo vuelva a sonreír, con los salarios diezmados? La desigualdad explica la paradoja.
Los trabajadores portugueses y españoles soportaron los mayores recortes de sus salarios reales durante los años de la crisis.
Ocho países europeos tienen un salario mínimo más elevado que España. Desde 2015, en este país asciende a 648,6 euros por 14 pagas.
La crisis ha dejado a las familias con unas deudas pendientes que en determinados casos llegan a triplicar los ingresos anuales.
La crisis ha vuelto a ampliar la distancia entre los países europeos según la capacidad de poder de compra de sus ciudadanos.
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