Enric González
El cobalto
Casi todos los desastres humanos nacen con buena intención. Fijémonos en el coche eléctrico, por ejemplo. Es silencioso y no contamina. Casi todos los fabricantes preparan el salto a la electricidad. Nuestras ciudades serán más limpias y tranquilas. Está bien, ¿no?
La fe
Estoy mirando un billete de 10 euros. Lo que veo es el dibujo de un puente de tres arcos, el dibujo de un pórtico, delicadas filigranas y transparencias, varios dieces muy visibles, la palabra euro y las siglas BCE en tres alfabetos, un número de serie, un año de emisión (2014), una banderita europea y la firma de un tal M. Draghi.
El 2018 que viene
En esta revista nos afanamos en servir a los lectores. Para que sepan en qué año se meten, anticipamos algunas noticias del año 2018.
Administración
En España, y en otros países europeos, ciertos gremios han perdido mucho empleo y mucho fuelle. Se me ocurren, como ejemplos, los sectores de la confección textil, las academias de rigodón, el alquiler de vídeos, la cría de burros o la prensa, por citar sólo algunos.
No es la economía
A las personas nos gusta creer que la vida es comprensible. Y si la vida no lo es (y no lo es), nos empeñamos en que la historia, ese desorden cotidiano que los años transforman en relato, sí ha de serlo.
La década prodigiosa
Hace ya diez años que lo descubrimos: vivíamos, gastábamos y nos tocábamos las narices muy por encima de nuestras posibilidades. Hemos pagado aquella juerga inenarrable (que a mí se me pasó trabajando, pero que ustedes seguramente disfrutaron mucho) con una devaluación salarial y una precariedad que nos teníamos bien merecida.
Pobres contra pobres
Quizá hayan visto alguna pintada contra los turistas. Habrán oído hablar de ellas, en cualquier caso. Lo esencial de esa campaña es que no se dirige contra quienes se alojan en hoteles de cinco estrellas y comen en restaurantes de lujo, sino contra quienes alquilan pisos por días.
Los bancos
A veces me pregunto para qué sirven los bancos. Me refiero a la banca comercial, esa que tiene oficinas en cada esquina. Mis dudas no están relacionadas con los 60.000 millones del rescate que pagaremos durante generaciones, aunque facturas como esa hacen pensar con la función que desempeñan.
Intereses morales
A estas alturas, casi todo el mundo es consciente de que el drama económico europeo surge de una simple palabra: schuld. En alemán, ‘deuda’ es schuld. Y ‘culpa’ es también schuld.