Superado el riesgo de que la extrema derecha de Marine Le Pen alcanzase la presidencia de la República en Francia con la catástrofe que habría significado para la Unión Europea, la atención prioritaria ha vuelto a la guerra de Putin contra el pueblo de Ucrania.
Un total de 205 niños y niñas murieron durante las nueve primeras semanas de guerra en Ucrania, según el fiscal general de este país, invadido por Rusia el 24 de febrero. Desconocemos cuál será la cifra cuando usted lea este texto.
La invasión de Ucrania cambia el paso en la lucha contra el cambio climático, despierta la industria de las armas, redefine el sentido de la Unión Europea y pone a prueba las aspiraciones de Rusia.
Exterminio: Noventa años antes de la guerra entablada por Putin, Stalin castigó a los ucranianos por oponerse a su política privándoles de alimento y provocando la muerte de millones de ellos.
Las espantosas imágenes de aniquilación masiva de vidas humanas y destrucción entera de Ucrania, que vemos a diario, están conmocionando a los europeos y a todos los pueblos que anhelan vivir en libertad y democracia.
Pandemias, volcanes, guerras, incertidumbre, carestía... Las crisis se encadenan unas con otras. Son los peores tiempos para la lírica. Y, sin embargo, menos mal que existe la música.
La invasión rusa obliga a la Unión Europea a acelerar el proceso de integración. Es urgente acelerar la transición energética, reforzar la política de defensa y acoger a millones de refugiados ucranianos.
Vivíamos con una serie de convicciones que han resultado falsas. Nunca se han hecho y, por tanto, nunca se harán la guerra dos países con McDonalds en sus ciudades, decían. La globalización es el mejor antídoto contra los conflictos violentos, decían.