Covid-19 // El virus asalta la muralla china
El impacto de ómicron pone en jaque la estrategia de mantener el motor económico a pleno rendimiento sin que haya muertes.
El impacto de ómicron pone en jaque la estrategia de mantener el motor económico a pleno rendimiento sin que haya muertes.
La invasión rusa de Ucrania obliga a la gran potencia asiática a posicionarse en un mundo de bloques que quiere evitar. En juego está su estrategia para alcanzar la autosuficiencia tecnológica y en los sectores clave de su economía para superar a EE UU.
El 11 de diciembre de 2001, China pasaba a ser miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Desde entonces, los economistas liberales denuncian el comportamiento de un gran país comercial que no cumpliría con las reglas del libre comercio al ayudar al ascenso mundial de sus empresas a base de subvenciones y préstamos públicos.
El Gobierno de Pekín trata de afianzar su influencia invirtiendo masivamente en países emergentes, pero estos no piensan plegarse a sus deseos.
El Gobierno de Pekín apuesta por una economía basada en el consumo interno, más igualitaria y menos dependiente de la deuda, con un mayor control del Partido Comunista.
El Gobierno de Pekín lanza la política de tres hijos para frenar el envejecimiento de la población y mantener el dinamismo económico.
La auténtica diplomacia, la que no tiene como escenario reuniones bilaterales y coctelitos en la residencia del embajador, puede arruinar el estómago más sólido. Fíjense en el escándalo que provocó el dictador de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, por desviar un vuelo comercial para detener a un periodista crítico con el régimen.
Un grupo de investigadores ha estudiado con detalle un centenar de contratos de préstamo entre el gigante asiático y los países menos desarrollados. Las exigencias superan con mucho las habituales.
Un libro ideal para los interesados en conocer cómo es por dentro la sociedad de la potencia asiática.
La presencia de los grandes grupos empresariales chinos fuera de su país se ha convertido en una realidad cotidiana. Dos de cada tres son públicos o de capital mixto y obedecen los dictados del Partido Comunista.
Las autoridades de Pekín buscan modernizar los territorios más occidentales con el objetivo de reactivar la economía y contrarrestar el parón provocado por la pandemia de coronavirus.
Tras décadas de intenso progreso económico, la potencia asiática se enfrenta a unos niveles de desempleo históricos. El daño de la epidemia de coronavirus amenaza con socavar la estabilidad social y el control del poder por parte del Partido Comunista.
La actitud de EE UU y China no augura mejoras en la gobernanza internacional.
Con sus luces y sombras, China va un par de meses por delante en la salida de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus, razón por la cual los resultados económicos que registró la segunda economía del planeta en el primer trimestre del año constituyen un serio aviso para los países europeos y Estados Unidos, que aún se hallan inmersos en la lucha por controlar el número de contagios y fallecimientos provocados por el coronavirus.
Justo en el momento en que la colaboración entre las dos grandes potencias mundiales podría ser clave para frenar el avance del coronavirus, las relaciones entre EEUU y China atraviesan uno de los peores momentos de las últimas décadas. Los líderes de ambos países tratan de tapar los errores cometidos en la gestión de la pandemia con el intercambio de acusaciones, la diseminación de teorías conspirativas y apelaciones al patriotismo.
China ha dejado de registrar contagios locales del coronavirus y ya sólo se registran casos importados. Ha pasado la reválida de gran potencia capaz de superar cualquier adversidad y ahora ofrece su ayuda a otros países, incluidos los europeos. Con el triunfo chino son ya tres los modelos que han demostrado ser eficaces en la lucha contra el temible SARS CoV2.
El influyente pensador francés Jacques Attali pide que los Estados empiecen a producir productos básicos, con la misma lógica de que hubiera estallado un conflicto bélico.
El brote epidémico paraliza China, la fábrica del mundo, y añade grandes incertidumbres a la economía global.
Futuro: El Gobierno del gigante asiático proyecta que Shanghái y Shenzhen sean las referencias para el desarrollo económico del resto del país.
Aniversario: Las autoridades chinas, orgullosas de los éxitos desde la refundación del país en 1949 y preocupadas por la desaceleración.
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