Covid-19: etiología de una derrota
Nuestra cultura ha sido arrasada por los bárbaros. Solo un nuevo instrumento sanitario de cooperación universal será capaz de devolver la confianza a la población y permitir una completa recuperación económica.
Nuestra cultura ha sido arrasada por los bárbaros. Solo un nuevo instrumento sanitario de cooperación universal será capaz de devolver la confianza a la población y permitir una completa recuperación económica.
Entrevista a Elisabet Silvestre, doctora en Biología y experta en Biohabitabilidad.
Vale la pena releer en estos tiempos de confinamiento la entrevista a Elisabet Silvestre que Alternativas Económicas publicó en su edición de marzo. Esta doctora en Biología y experta en Biohabitabilidad recuerda en ella que la mayoría de la gente pasa el 90% de su tiempo encerrada en algún edificio. Y lo que ocurra en ese entorno tiene relación directa con la salud. Silvestre sostiene que el lugar de trabajo y la vivienda pueden llegar a hacer enfermar. Cuando se diseña, construye o rehabilita un edificio, hay un modo de poner a las personas en el centro. O, en palabras de Silvestre: "Hay un modo de abordar qué condiciones ambientales necesitan nuestros sistemas biológicos para estar en equilibrio y sentir bienestar".
La infección por el SARS-CoV-2 lleva a las UCI y mata a más hombres que mujeres. Este dato es una constante en todos los lugares en que se está desarrollando la pandemia, sean cuales sean los hábitos y costumbres de cada país. Esta diferencia entre sexos se ha observado también en muchas otras enfermedades infecciosas, lo que un creciente número de investigadores atribuye a la dotación genética de las mujeres, que las protege mejor y reduce las secuelas graves. En contrapartida, el género femenino sufre más dolencias autoinmunes, las causadas por una reacción exagerada del sistema inmunológico, como la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple o el lupus.
El próximo lunes será en buena parte de España el primer día laborable tras el periodo de permiso obligatorio decretado por el Gobierno, que suspendió toda actividad económica no esencial entre el 30 de marzo y el 9 de abril para frenar los contagios por coronavirus. La vuelta a la normalidad de las empresas autorizadas para hacerlo no va a ser fácil debido a la falta de equipos de protección y a las alteraciones en la cadena de suministros que se han producido desde el estallido de la emergencia sanitaria. El Gobierno repartirá 10 millones de mascarillas entre quienes regresen al trabajo.
Este no es mi primer confinamiento. Hace cerca de 70 años estuve tres meses encerrada en casa para evitar la polio, que ya había contagiado a varias niñas de mi entorno. Fueron mis padres quienes decidieron aislarme porque el Gobierno franquista del momento nunca dio instrucciones ni adoptó medidas para proteger a la población de aquella terrible epidemia. A la falta de información oficial se sumó la precariedad médica de la época, la mala alimentación que el país había soportado desde la guerra y la ignorancia de la gente sobre unos males que se consideraban inevitables. Un castigo de Dios.
El FMI nos retrotrae a la Gran Depresión, augura un empeoramiento del nivel de vida en 170 países y plantea una recuperación “parcial” en 2021 en función de la lucha contra la pandemia. La salida en V parece más difícil.
Afirmar que el causante de la covid-19 es un virus global es enunciar un hecho. La enorme popularidad del fútbol también lo es, sin duda, ya que puede estar alcanzando a 4.000 millones de personas. Si consideramos el planeta como el terreno de juego donde el equipo del coronavirus está jugando su partido, vemos que no hay nada de particular en que pueda moverse por todo el campo. Eso es lo que hacen los jugadores de un equipo de fútbol, con la conocida excepción del portero.
Salir del confinamiento no va a ser fácil ni rápido. No hay nada escrito y el único precedente, el de China, aporta alguna luz pero ha utilizado mecanismos autoritarios de difícil aplicación en una Europa democrática. Hay una imperiosa necesidad de conocer mejor hasta dónde han llegado las infecciones, pero el Gobierno deberá empezar a tomar decisiones antes de tener una idea precisa de la expansión del coronavirus en España y sin saber hasta qué punto la llegada del calor va a ayudar a controlar al patógeno.
La incertidumbre económica ante el avance del coronavirus no tiene precedentes y supera por amplísimo margen la suscitada por otras epidemias en lo que va de siglo. A medida que más países adoptan medidas de confinamiento y el miedo al contagio crece, también aumenta la angustia por las consecuencias económicas que trae la pandemia.
Lo urgente y lo importante no siempre se llevan bien. Si se declara un incendio en casa, uno no se pone a pensar en alimentarse de forma equilibrada y practicar ejercicio. Pero en este tiempo de doble crisis sanitaria y socioeconómica sin precedentes cabe recordar que, a menudo, lo urgente es aquello importante a lo que no se hizo caso en su momento. La reflexión no viene a cuento, o no solo, porque no aprendimos la lección de otros países en la crisis del coronavirus, sino por el marco en el que vivimos, el planeta.
Nuevo artículo del influyente pensador francés Jacques Attali, fundador del Banco Europeo para la Reconstrucción y el desarrollo y consejero especial de François Mitterrand (1981-1991). Es un político escuchado por todos los presidentes de Francia que le sucedieron, a izquierda y derecha. El texto lo publica La Vanguardia en colaboración con Alternativas Económicas. Este es el enlace:
https://www.pressreader.com/spain/la-vanguardia/20200407/282767768718141
Desde Italia
Muchas ciudades italianas, entre ellas Milán, se preparan para aumentar los controles en sus calles y evitar lo que muchos temen. “No es el momento de bajar la guardia: ya he previsto un aumento de los controles en los próximos días, en particular para el fin de semana de Pascua y el lunes” (día festivo en Italia, la llamada Pasquetta). Son palabras del prefecto de la capital lombarda Renato Saccone.
El deterioro acelerado que está registrando la economía en varios países europeos está propiciando una fuerte presión a las autoridades europeas para que aumenten los recursos financieros destinados a remediar las consecuencias económicas y sociales de la epidemia de covid-19. Técnicos de la Comisión Europea están intensificando los trabajos para convencer a los países más reticentes a adoptar medidas comunes (Alemania, Holanda, Austria y Finlandia) para incrementar los fondos necesarios en apoyo de los países más dañados, especialmente Italia y España. La Comisión trata de movilizar hasta tres billones de euros a través de un nuevo fondo complementario.
La crisis del coronavirus motivará muchas reflexiones sobre lo que debería de ser la new normal, el conjunto de creencias, políticas y prácticas que, en función de lo que hayamos aprendido, servirían para una mejor sociedad post-virus. Propongo, por ejemplo, reconsiderar la valoración de dos conceptos que la industria tecnológica, con el apoyo de sus seguidores y su aparato de propaganda han contribuido mucho a poner de moda últimamente: la exponencialidad y la viralidad.
Las grandes crisis producen efectos indeseados y dañinos, como el ascenso del nazismo tras el Crac de 1929 o la llegada al poder de Donald Trump tras la de 2008. ¿Qué nos deparará el futuro? Enric González, el oráculo impertinente, hacía en el número de febrero de Alternativas Económicas una aguda reflexión sobre las consecuencias de las crisis. Vale la pena volver a leerla ahora que la pandemia del coronavirus lo está arrollando todo.
La experiencia de EEUU en las grandes crisis y guerras del siglo XX aporta valiosas enseñanzas para la lucha contra la pandemia del coronavirus. La clave es involucrar a toda la sociedad en una lucha común y coordinar bien al Gobierno con la empresa privada.
La crisis del coronavirus ha vuelto a recordar a la población urbana y a nuestros políticos que la agricultura es una actividad esencial, que la seguridad del abastecimiento que dábamos por hecha es otra variable importante al lado de la seguridad de los alimentos, en la que tanto hemos avanzado estos últimos años.
Nuestro Estado de Bienestar ya había adelgazado lo suficiente en los últimos 10 años y, cuando parecía que comenzaba a recuperarse, la pandemia lo sumerge en una crisis que es, sin duda, la más importante desde la Segunda Guerra Mundial. Pero el tsunami no es sólo sanitario, pues su componente social y económico se vuelve cada día más importante.
Fernando Simón plantea el uso generalizado de la protección facial para evitar la prolongación del confinamiento. España se suma así a un hábito que se ha impuesto en numerosos países asiáticos y empieza a extenderse en Centroeuropa.
Los efectos de la pandemia ocasionada por el coronavirus están siendo duros para el conjunto de la población y especialmente dolorosos para muchas personas. Afrontarla desde una perspectiva social y ambientalmente justa es la única salida decente a la que pueden optar los gobiernos en todo el mundo. Porque si hay un paradigma que alcanza más sentido en este momento es el que consagra que las personas, la salud y el planeta son lo primero.
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