En Irán, la crisis política es también una crisis económica
Problemas como la pobreza, la carestía de la vida y la corrupción, que están en el origen de la sublevación popular, van a perdurar y mantendrán alto el nivel de descontento.
Problemas como la pobreza, la carestía de la vida y la corrupción, que están en el origen de la sublevación popular, van a perdurar y mantendrán alto el nivel de descontento.
La agenda de la actual presidencia francesa de la UE incluye un tema candente: la reforma de las reglas presupuestarias europeas, de las que dependerá el futuro económico de la Unión. Diversos economistas opinan.
Sammy Davis Jr., fantástico showman y amigo inseparable de Frank Sinatra, tenía una frase para explicar que su vida no había sido fácil: “Soy negro, judío y tuerto, ¿necesito algo más?”. Lo de ese hombre era complicado, cierto. Pero siempre hay alguien que lo tiene peor. Ahora mismo, cualquiera que pueda decir “soy mujer, joven y española” está en condiciones de subir al podio de las dificultades.
El aumento de la deuda pública a consecuencia de la actual pandemia y de la crisis bancaria de 2008 ha superado el 122% del producto interior bruto en España y el 206% en Grecia. La montaña de endeudamiento se ha agigantado también en Italia (156%) y Francia (117%). Son niveles desconocidos desde la Segunda Guerra Mundial que amenazan la financiación del estado de bienestar y desvirtúan por irreales las reglas europeas, que limitan la deuda pública al 60% del PIB.
La vuelta a la normalidad de la primera industria nacional, clave para la reactivación de la economía, va a depender del ritmo y eficacia de las campañas de vacunación.
Para limitar los estragos de la pandemia, que con tanta dureza golpea a EE UU, el nuevo presidente propone un plan de ayuda de 1,9 billones de dólares. ¿Será suficiente?
El temor a que una oleada de quiebras frene la recuperación lleva al Gobierno proporcionar ayudas directas a los negocios más castigados por la pandemia.
Las empresas y las entidades de la economía social suelen salir reforzadas de las crisis. La pandemia pone ahora a prueba su flexibilidad y su capacidad de aguante. También da visibilidad a sus soluciones creativas y a su modo distinto de hacer negocios.
Los jinetes del apocalipsis no suelen cabalgar solos. Ya hemos visto que la pandemia traía consigo una recesión súbita y brutal, con el consiguiente desempleo masivo. Asumo el papel de agorero para formular una profecía que no tienen por qué tomarse en serio: si yo pudiera adivinar el futuro no me dedicaría, evidentemente, a escribir estas cosas. Insisto, lo más probable es que me equivoque. Pero me arriesgo a decir que en 2021 trotará sobre la economía mundial un jinete al que no veíamos desde hacía mucho, mucho tiempo. Hablo de la inflación.
La pandemia de covid-19 está acelerando cambios profundos en nuestras vidas, en la economía y la sociedad entera. El impacto inmediato ha sido la pérdida de 1,6 millones de vidas, el desempleo y la pobreza. Al mismo tiempo, la pandemia está precipitando una profunda transformación social mediante una intensa implementación de las nuevas tecnologías. Para afrontar este gran desafío, el mercado ha sido completamente impotente, y solo una decisiva intervención pública y un mayor papel de la ciencia han paliado parcialmente los daños.
La covid-19 es como tirar una piedra a un río. El primer impacto rompe la superficie del agua y después se genera una onda que toma la forma de círculos en expansión.
El gobernador del Banco de España ya nos ha avisado de que habrá que aplicar un ajuste. También la UE ha insinuado que las ayudas estarán en función de las reformas. Aún no nos hemos quitado el miedo a la covid-19 y ya nos preparan otro susto.
Viajar, ir de vacaciones, de fin de semana, es una de las actividades con más atractivo social. El primer día que pasé por el banco tras mi jubilación, el director me preguntó si había planificado hacer unos cuantos viajes. Es lo habitual entre la gente que tiene unos ingresos por encima de la subsistencia. Los pobres no viajan. A lo sumo vuelven de vez en cuando a su pueblo o país de origen.
El nuevo año se aproxima como el psicópata asesino en las películas de terror. El espectador no ha visto aún su rostro ni sabe todavía de qué forma espeluznante acabará con su víctima. Por tanto, el espectador imagina las peores cosas. El truco de esta película consiste en que el espectador, paralizado ante el espectáculo, ignora todavía (aunque un escalofrío en la espalda se lo sugiere) que la víctima es él mismo.
La crisis derivada de la pandemia trunca de nuevo las expectativas laborales y vitales de las nuevas generaciones.
Después de tres meses de estado de alarma, la economía, con la vida, se reactiva entre situaciones anómalas y con la inquietud de que los expedientes de regulación de empleo temporales se conviertan en despidos.
La pandemia ha cambiado radicalmente el mundo en solo cuatro meses. A finales de junio el número de contagiados por coronavirus superaba los 10 millones de personas y los fallecidos se aproximaban al medio millón, según la Universidad Johns Hopkins. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que el parón económico ha destruido 365 millones de empleos en el planeta.
Más allá de los problemas sanitarios, el SARS-CoV-2 ha sido el catalizador de una crisis económica largamente anunciada que nos pilla desarmados debido al elevado endeudamiento de gobiernos, empresas y familias y que evidencia lo frágil de una sociedad que se creía poderosa e imbatible gracias a la globalización y a la tecnología.
Lecciones: De la crisis saldremos más pobres y endeudados, pero con la convicción de que necesitamos un modelo social distinto.
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