El motor oculto del empleo
La población de origen extranjero es la que tira del mercado de trabajo y del crecimiento, pero sufre una persistente discriminación en todos los frentes
La población de origen extranjero es la que tira del mercado de trabajo y del crecimiento, pero sufre una persistente discriminación en todos los frentes
Del acceso a la vivienda a la brecha de desigualdad, pasando por la pobreza laboral, la adquisición de competencias digitales y la descarbonización
La justicia francesa da la razón a las mujeres y sienta un precedente para futuros casos de discriminación.
El aumento del SMI en 80 euros mensuales afecta más a las trabajadoras. La proporción de perceptoras del sueldo más bajo se ha duplicado desde la crisis de 2008.
El sacrificio de los asalariados ha contribuido a frenar la espiral inflacionaria en España. Ahora toca compensarlo.
Del progreso prodigioso de los últimos años apenas se ha beneficiado un puñado de empresas, y no solo son los sospechosos habituales como Apple, Microsoft o Google.
Los investigadores que no comulgan con el marco ortodoxo debatieron en Cuenca sobre los retos económicos actuales y el auge de los autoritarismos
La subida de los precios es un problema generalizado, pero la pérdida real de poder adquisitivo es especialmente importante en España.
Solo los negocios sin personal asalariado van a más en España desde la crisis de 2008, fruto de la falta de alternativas y de los incentivos al autoempleo. Son los proyectos que caen antes.
La inflación es conocida como “el impuesto más injusto” y “el impuesto de los pobres”, ya que son las familias con menos recursos las que destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a pagar productos básicos como los alimentos, la vivienda, la luz y el transporte.
La rápida propagación de la nueva variante del virus (ómicron), el brutal encarecimiento de la energía (gas y electricidad), el súbito aumento de la inflación y el bloqueo de las cadenas de suministro globales han trastocado las esperanzas de los ciudadanos en una próxima recuperación económica.
La escasez de mano de obra en sectores clave de la economía es una herencia de la covid-19, pero el fenómeno hunde sus raíces en desequilibrios más profundos.
La pandemia ha frenado en seco la subida de las retribuciones, que en 2020 registraron su mayor retroceso en medio siglo.
Una de las justificaciones más utilizadas de las desigualdades salariales es la productividad. Cobra más quien es más productivo. A los estudiantes de Económicas se les inculca esta idea, pero su base real es más que discutible. Lo es el propio concepto de productividad. La pretendida ciencia económica suele utilizar conceptos vagos que no sirven para trabajar con precisión. Hicks, un importante economista neoclásico, llegó a decir que si para un empresario alguien resultaba molesto (o sea, un o una sindicalista demasiado reivindicativo), esto se tenía que considerar menos productivo. Si un pope utiliza los conceptos con tanta manga ancha podemos temer lo peor de sus discípulos.
Es muy probable que el economista neozelandés Alban William Phillips (1914-1975) jamás pensara que su fama iba a ser tan duradera. En 1958 publicó un artículo empírico basado en datos británicos que demostraba que cuanto más bajo es el paro, mayor es la tendencia de los salarios a subir rápidamente.
La subida de salarios divide a los economistas: unos dicen que destruye empleo local; otros, que lo estimula.
Si se le resta el aumento de los precios, que reduce la capacidad adquisitiva de la gente, los españoles ganan hoy un 0,3% menos que hace una década.
La subida del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta 900 euros mensuales en 14 pagas, que propugna el Gobierno socialista de acuerdo con Unidos Podemos, es la decisión más necesaria que hay tomar en este país para revertir los daños causados por la crisis.
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