Covid-19. Un problema persistente
El número de muertes aún es elevado y las alteraciones provocadas en el cerebro y otros órganos de numerosos infectados se prolongan durante años.
El número de muertes aún es elevado y las alteraciones provocadas en el cerebro y otros órganos de numerosos infectados se prolongan durante años.
El impacto de ómicron pone en jaque la estrategia de mantener el motor económico a pleno rendimiento sin que haya muertes.
Un centenar de industrias de África y Asia tienen los conocimientos necesarios para fabricar más dosis y acelerar la vacunación mundial.
Reacción: La aparición de las primeras vacunas generó una oleada de movimientos contra el Estado y los descubrimientos científicos.
La menor virulencia de ómicron allana el camino hacia la normalidad, pero la OMS insiste en que el virus aún es imprevisible.
La variante ómicron se extiende por el mundo con una rapidez que hace rememorar la primera oleada de contagios.
Más vacunas y nuevas medicinas pueden permitir el control de la enfermedad en 2022, pero las reticencias a la vacunación dificultan el proceso.
La investigación de una ONG neerlandesa muestra cómo el laboratorio que fabrica una de las vacunas contra el coronavirus se ha enriquecido a expensas de los gobiernos y practicando una evasión fiscal masiva.
Dentro de la UE, los fallecidos en un país de muy baja vacunación como Rumanía multiplican casi por 50 los de España o Francia.
Covid-19: Las grandes farmacéuticas no tienen interés en ganar la carrera contra las nuevas variantes del virus. Lo que quieren es vender más dosis al mejor precio.
Los países ricos acumulan vacunas en sus neveras, mientras que los más pobres apenas han iniciado sus campañas de inmunización.
El nuevo presidente se propone construir “espacios de encuentro” en un país muy dividido y dependiente de sectores extractivos ineficientes.
Los beneficios que generan las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna son injustificables.
Algunos científicos proponen profundizar en la vía de la fuga accidental, al tiempo que Biden y sus aliados reclaman a la OMS otra investigación sobre el origen de la pandemia.
EE UU pasa de acaparar dosis a presentarse como el gran suministrador del mundo, mientras que China expande sus ventas por todos los continentes.
La producción de vacunas contra la covid-19, cuya existencia parecía impensable hace un año, ha tomado carrerilla en todo el mundo. Al cierre de marzo pasado, la vacuna fabricada en mayor medida era de la alianza Pfizer-BioNTech, (119 millones), seguida de la china Sinovac (91 millones), AstraZeneca (83 millones), Moderna (61 millones), Sinopharm (38 millones) y Sputnik (10 millones).
Inmunizar a la mayor parte de la humanidad este año no es una utopía, pero la lógica del poder lo pone difícil.
Sabíamos que lo de “saldremos mejores” era una de esas cosas que se dicen por decir. Cabía sospechar lo contrario, que saldríamos peores. Pero no tan, tan peores. El mundo pospandémico pinta muy mal. Aunque habrá probablemente ganas de divertirse y quien pueda gastará con alegría, las desigualdades y los desequilibrios se agudizan día y día. Pesarán durante años.
El tránsito hacia una normalidad digna de ese nombre será difícil, aunque el certificado verde digital o los test rápidos puedan aliviar el camino.
La vuelta a la normalidad de la primera industria nacional, clave para la reactivación de la economía, va a depender del ritmo y eficacia de las campañas de vacunación.
Recibe cada mes la revista en casa y ten acceso a todos los contenidos online.